sábado, 4 de octubre de 2014

LA ISLA MÍNIMA ALBERTO RODRÍGUEZ


Veo poco cine español porque me aburre el cine español de los últimos años, pero está vez he picado. España en los años ochenta. Cine de época. Cine negro de época. Dos policías antagónicos. Uno que viene del pasado, de la represión inherente al Régimen dictatorial que había imperado hasta unos años antes y  que parece estar de vuelta de todo. Otro que ha sido enviado al culo del mundo porque es un tocapelotas integral. Un grano en el culo de los círculos policiales y de los estamentos judiciales como se muestra en la película. Un crimen doble. Dos hermanas con fama se ser ligeras de cascos que aparecen violadas con sadismo y alevosía  durante las fiestas del pueblo. Un lugar muy concreto del sur de Andalucía, las Marimas del Guadalquivir. Un crimen doble que destapa otros crímenes anteriores. Un asesino en serie en la España de los ochenta. El tono es turbio y áspero. Hipocresía y normas sociales y prejuicios sociales. La mujer como un cero a la izquierda. El machismo latente de una sociedad, aquella,  que por desgracia abunda todavía hoy. Un país que quiere cambiar y romper las costuras de largos años de franquismo y tiranía y falta de libertad. Luchas obreras y caciquismo. De todo eso hay en "La isla mínima" de Alberto Rodríguez. Cine negro patrio con estructura de cine americano. El argumento se podría trasladar con facilidad al algún estado sureño norteamericano y solo cambiaría la ambientación pero no la negrura del argumento. El esqueleto noble de la historia que se nos cuenta. La tensa dicotomía de los antagónicos protagonistas es un punto a favor del film. Ambos actores  están soberbios. Aunque quizá Javier Gutiérrez tenga un plus por las aristas de su personaje. Reconozco no haber visto la película anterior de Alberto Rodríguez "Grupo 7" [2012]. Si que ví "After" [2009] Interesante la tensión que desprende la trama. Buen detalle que veamos al asesino un instante apenas, antes de saber quién es, y que luego solamente sea intuido en ese largo y modélico final repleto de violencia en la guarida del monstruo. Naturaleza e instinto. Jesús Castro el actor descubierto en "El niño" hace aquí un papel breve, pero sustancioso. Uno se queda prendido de sus ojos. Comprendemos lo que despierta en las adolescentes del pueblo. Un pijoaparte del sur con moto y sin  niña bien que lo redima. Fascinante el principio, esos planos en picado  de las marismas. Complejo ese final entre la comprensión, el perdón y la repulsión. Dicen  más las miradas y los gestos que las palabras. Porque el cine, el buen cine, no consiste en hacer evidente, lo que es evidente, sino en jugar con los elementos para evidenciar lo que está detrás de aquello que se nos cuenta. Gran película.

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