jueves, 27 de agosto de 2009

AMSTERDAM II

Uno de los inconvenientes de viajar, aunque uno viaje sin viajar, es que no puedes llevar demasiado equipaje - ni falta que hace, aunque algunos de mis amigos piensen en los contrario y vayan cargados con el baúl de la Piquer- y encima te pierden la maleta; menos mal que los amigos llevan de todo por duplicado y pueden prestarte. Si te pierden la maleta como me ocurrió a mí siempre tienes algo que contar a la vuelta. Y eso que era una maleta sin demasiada historia y pocos kilos, apenas 12; entre los cuales logre embutir dos vaqueros, tres bermudas, 12 camisetas, toda la ropa interior para una semana, el neceser con los productos imprescindibles para el afeitado y otros menesteres de alta estética, que uno ya tiene su años, unas zapatillas y unas chanclas, el cargador de la cámara de fotos...Por suerte la tortura sólo duró dos días, hasta que recuperé la maleta. Prescindí de llevarme, como en viajes anteriores la imprescindible novela o libro de relatos para matar el tiempo en esos tiempos muertos que hay en todos los viajes. Los tiempos de espera y descanso en el hotel, las colas en los museos, la facturación en el aeropuerto. A los dos días estaba que me subía por la paredes sin otra cosa que leer que la guía de Amsterdam que me había comprado para preparar el viaje. Como el hotel estaba en el cinturón de canales meridionales me acerqué a la librería Selexyz Scheltema. La colección de obras en español era muy poco española y poco apetecible literariamente. Sin embargo en la sección de ofertas encontré una antología bilingüe español/holandés de Rafael Alberti [1902-1999] Una pequeña curiosidad. No es que Alberti sea mi poeta favorito, ni siquiera ocupa un puesto representativo en mi lista, pero poder leerlo en un país donde apenas se puede leer otra cosa en castellano si se convierte en un placer. Alberti fue un poeta longevo que escribió demasiado. Soy de los que opinan que algunos autores, dado lo extenuante que es escribir, ya sea novela o poesía, cuando se hace desde las vísceras, debería morirse nada más escribir su obra maestra, o al menos retirarse al silencio de los desiertos. O de África. Pero no todos saben seguir el ejemplo de Rimbaud. El único libro de Alberti que siempre me ha producido una cierta palpitación interior es "Sobre los ángeles "[1929]. Esa considero es su obra maestra.. Claro que para pasear pos Amsterdam quizás fuese más adecuada "Roma, peligro para caminantes " [1968] otro de sus libros fundamentales. Leer a Alberti en un coffeeshop, además de perseguirme por las calles y canales de la ciudad ha sido un exorcismo personal. Quedan flotando en el humo de la tarde unos versos del poema "Paraíso Perdido": A través de los siglos/ por la nada del mundo,/yo, sin sueño buscándote.

jueves, 20 de agosto de 2009

AMSTERDAM I

La posibilidad de un verso: no escapa de sí mismo quien no quiere. Soy de los que viajan sin viajar y cuando viajo, soy de los que viajan no para escapar sino para intentar encontrarme en un lugar donde sé que no estoy. Me llevo mi rutina conmigo. Traslado mis pequeñas manías de una ciudad a otra. Este verano le ha tocado el turno a Amsterdam. Un lugar interesante para buscarse uno. Entre sus canales y calles me he perseguido. Amsterdam es una ciudad donde cualquier equina sirve para doblar la esquina del tiempo detenido. El clima cambiante también ayuda. Y ese caos ordenado de turistas y autóctonos paseando, y los tranvías y las bicicletas. Un pequeño paraíso turbio y acogedor. El pasado de sus edificios y monumentos contrasta paradójicamente con la vitalidad de la vida a pie de calle. Los escaparates de sus tiendas son fascinantes. En este pequeño paraíso me encontré con parte de mí en el Vondelpark. Una breve visita al Filmmuseum y el anuncio de la proyección de Rocco y sus hermanos [1960] dirigida por Luchino Visconti con Alain Delon. Un actor demasiado guapo para ser un buen actor. Otros actores lo lograron, él no, Y sin embargo durante unos años su carrera estuvo a la altura de las expectativas que había despertado: A pleno sol [1959] de René Clement; El Gatopardo [1963] de nuevo con Visconti; El Eclipse [1962] dirigida por Michelangelo Antonioni; Los felinos [1964] René Clement; La piscina [1968] Jacques Deray; El silencio de un hombre [1967] Jean Pierre Melville. En la entrada del Filmmuseum de Amsterdam, por un instante volví a encontrarme con la nostalgia de un rostro y con parte de lo que luego fue mi adolescencia. Todo fulgor apagado en la ceniza.