sábado, 31 de mayo de 2014

LA DISTANCIA DEL TIEMPO / LA SANGRE DE LOS SIGLOS





Diversos hechos me ha llevado a meditar estos días sobre las razones que me impulsaron a escribir mi primer poema.  Durante muchos años la poesía ha sido uno de los pocos motivos por los que merecía la pena seguir adelante, pero parece que ya nada merece demasiado la pena. Uno nunca es perfecto aunque tienda a ser perfeccionista. Eso me ha creado muchos problemas en la vida, tanto a nivel personal como profesional. Soy el primero que me critico y suelo ser también el primero en burlarme de mí mismo cuando es necesario. Quien me conoce bien sabe de mi timidez extrema y de mis eterna sensación de fracaso a pesar de premios y otras circunstancias atenuantes. El tiempo nos transforma cruelmente. Quizá el silencio sea mi próximo destino. Para ilustrar los 25 años que separa estas dos fotos un poema de Retrato de poeta con familia al fondo  [2003]


                                   LA SANGRE DE LOS SIGLOS

                                   De mi madre los ojos, azules y gastados,
                                   y el leve pesimismo de mirar desde abajo.
                                   De mi padre, las pobladas cejas y esa fina
                                   ironía de los hombres de mundos vencidos
                                   de antemano.
                                                        De mis antepasados, la sangre
                                  de los siglos. Una sangre imperiosa y rebelde
                                  que se vuelca en los versos como tinta salvaje.
                                  Una sangre que se duerme en tus ojos cada vez
                                  que me miras y me obligas a mirar la tierra
                                  -esa inmensa colmenas de emociones confusas-,
                                 desde la perspectiva serena de la luna.


domingo, 18 de mayo de 2014

EL DESCONOCIDO DEL LAGO ALAIN GUIRAUDIE

Se podría ironizar mucho sobre "El desconocido del lago". La veo en versión original en la IX Muestra de cine LGTB de Murcia. Gastos mínimos. Un solo decorado. Unos pocos actores con un vestuario básico o completamente desnudos. Cuatro coches aparcados y algunas imágenes explicitas  y nada banales de sexo entre hombres a lo largo de 97 minutos. Todo esto para hablamos de la soledad de individuo -homosexual o no- en la sociedad -actual o no-. Podría haberse rodado igual en un bar de ambiente con cuarto oscuro y hubiera habido pocas diferencias argumentales. Las cosas nunca cambian a mejor, aunque lo parezcan. Es la enorme trampa de la sociedad de consumo. Guiraudie parece hablarnos sin hablarnos de la rutina del deseo y de la pureza del mal; de la pureza del deseo y de la rutina del mal. Hay algo de la naturaleza criminal y asocial de las obras de Jean Genet en las imágenes de está película donde cada día es igual y diferente. Monótono. La monotonía del deseo, satisfecho o no. En "El desconocido del lago" el amor no se paga con amor ni el sacrifico salva a quien no desea ser salvado. Nunca como estas imágenes morosas como una siesta de verano interminable,  nunca, repito, se ha expresado de manera tan clara esa cualidad insensata del deseo que nos lleva a ponernos en peligro a pesar de saber que corremos el riesgo de morir en el intento. La banalidad del mal o la banalidad del deseo. El placer de la monotonía. La decepción. Guiraudie, fuerza de repetir encuadres y sugerir matices nos incomoda y nos fascina. La mejor baza de la película es que no hay planteamientos morales. En el sexo no deberían existir los planteamientos morales que lo contaminan. Los personajes se dejan llevar por el instinto y no se cuestionan si sus opciones son pertinentes o no. Los perdedores están a la vista y los ganadores también. La vida, el amor y el deseo son crueles. La soledad final del protagonista encubierta por las sombras de la noche, después de sus  desesperados gritos llamando por su nombre al hombre que a pesar de todo lo visto continúa amando es una imagen aterradora de los mecanismos emocionales del ser humano, de lo terriblemente frágiles que somos cuando no sabemos qué hacer con nuestras vidas. Un final difícil de entender para muchos espectadores, porque no da la solución sencilla al conflicto pasional planteado sino que obliga a repensar las imágenes desde ese final incierto pero cierto; abierto, pero cerrado en el fondo. Algo así como nadar y no guardar la ropa. El riesgo de vivir siempre en presente de indicativo sin posibilidad de futuro. 

CANCIONES DE AMOR Y DE LLUVIA SERGI PÀMIES


Este post empieza con un hombre que mira por la ventana. El arranque no es muy original: recuerda La ventana indiscreta...Comienzo parafraseando a Pámies en su último libro de cuentos. Cuentos que son canciones, canciones que son cuentos. En cada nuevo libro de relatos que publica, Sergi Pàmies [París, 1960] es más y más Sergi Pàmies. La depuración de eso que algunos críticos denominan estilo y que un escritor supongo debe considerar como naturalidad alcanza en sus "Canciones de amor y lluvia" [Anagrama, 2014] su cenit. Puede que Pàmies haya escrito cuentos mejores, más redondos, más divertidos o más sagaces, pero en este libro de "canciones " de amor y de lluvia y de otras nostalgia, es capaz de escribir página y media sobre casi cualquier cosa y además logra que cuando acabes de leer el texto te hayas emocionado. Lograr la emoción en un relato es desde mi punto de vista lo más complejo de lograr que existe. Pocos autores lo logran. Y cuando digo pocos se podría contar con la palma de una mano. Existen cuentos perfectos que no logran emocionar. Y me siguen  pareciendo perfectos. Pero si un relato además de ser perfecto emociona al lector, entonces estamos en otro estadio. Un ejemplo de este libro: El nicho.Para esta ocasión Pàmies a recurrido a la anécdota personal. Sus protagonistas casi siempre han sido dobles difusos y confusos del propio autor, que siempre se ha encargado de entreverar realidad y fantasía, pero esta vez algunos de los argumentos se inspiran directamente en sucesos de la vida del propio autor y es que todos los escritores sabemos que cuando escribimos tanto por  suma que por defecto escribimos sobre nosotros mismos, nuestras circunstancias y nuestras familias. La familia por muy querida que sea siempre es el infierno más cercano. Pàmies, escribe sobre el dolor de las pérdidas emocionales, sobre las emociones dolorosas de las pérdidas. Y lo hace con pudor, pero sin concesiones a la lágrima fácil ni a la auto compasión. El humor se posa sobre los relatos como una fina capa de polvo sobre los recuerdos. Hace tiempo que Pàmies creó su propio personaje literario; su máscara. Un personaje algo indeciso que camina por la vida con más dudas que certezas y que aquí es más él que en otros cuentos. Cada detalle de cada cuento, cuenta. Cada pequeña información suma. Sus comienzos siempre son intachables: Tengo una teoría: si te enamoras bajo la lluvia el amor dura más que si luce el sol  [Primera canción]  No es justo que pueda donar mi cuerpo a la ciencia y no a las letras [Humor] Llevo una lápida en el maletero del coche [ El nicho] ¿Es necesario incluir un capítulo de agradecimientos al final de los libros? [Agradecimientos] En un matrimonio, la unión no siempre hace la fuerza. [Última canción] Tu funeral es la última oportunidad que tienes de mandar y organizar [La posteridad] Con comienzos así no puede haber malos cuentos. Pàmies corta antes de que te de tiempo a llevártelos a los ojos. Te deja con ganas de más. Y uno espera con ansiedad la próxima entrega de esa droga literaria que prepara este autor que para que no parezca que está siempre hablando de sí mismo inventa un personaje de cuarenta años, le atribuye  virtudes de las que carece y un interés  por, pongamos, la política y el budismo... Literatura autobiográfica escrita por un anónimo desconocido que se reinventa a sí mismo para no dejar de ser mismamente él en el otro. El espejismo de la literatura en estado puro.

sábado, 10 de mayo de 2014

HORLA CITY Y OTROS, FABIÁN CASAS


Rompo mis reglas, que para eso están, para romperlas cuando uno considere necesario que deben ser rotas. Escribo sobre un libro de poemas, sobre la poesía completa de Fabián Casas [Buenos Aires, 1965] Había leído su breve y denso  libro de relatos "Los Lemmings y otros" [2011] Ahora acabo de terminar "Horla City y otros" [Seix y Barral, 2014] volumen de poemas que incluye todos sus poemarios publicados hasta la actualidad. Desde Tuca [1990] hasta "El hombre de overol" [2006], antecedente de "Horla City". La poesía de Fabián Casas es acumulativa y entronca directamente con su narrativa. La narratividad de los poemas no me molesta, aunque yo no la practique. Al autor le sienta bien. Respira por los versos. Sus poemas son como instantáneas desoladoras de un paisaje interior, que no es más que el trasunto del paisaje exterior donde vive o ha vivido. Los títulos de los poemas son descriptivos: Foto 1965, Paso a nivel en Chacarita, Hoy mi madre tendría que cumplir 48 años, A los pies de la cama de mi viejo, Sin llaves y a oscuras, Después de un largo viaje, No estoy en batas comiendo naranjas al sol, El parque, a diferentes horas, Reunión en Guayaquil, Están construyendo un edificio...Siete de la tarde en Horla City. Pero los poemas superan ampliamente el incidente  y la anécdota que le sirve al autor para elaborar el poemas. Son un salto al vacío. Y de un salto al vacío nunca se sale indemne: Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia. [pag. 22]...no tenemos culpa de ser herederos/ del mismo crimen. [pag. 25] ...yo también profiero morir antes que envejecer [pag. 26] Son solo algunos ejemplos de finales contundentes y radicales. Radicales libres. Estos poemas son como patadas a las buenas costumbres sociales. La poesía como una patada en la espinilla o quién sabe. En otros puntos más delicados y dolorosos. Me pregunto si la desesperación / es igual para todos [pag. 47]  La ironía se filtra por entre los versos. Las parejas y las revistas literarias/ duran casi siempre  dos números. [pag. 49] La vida, a veces, tiene un humor de mierda., [pag. 69] ...benditos los que no saben que la muerte / da clases en todos lados...[pag. 124] No sé, qué quieren que les diga, la poesía de Fabián Casas es un soplo de aire dentro de las estancadas aguas de la poesía que se gesta por estos lares y solares patrios, tan formalista ella, tan de familias poéticas y navajazos a diestro y siniestro. Fabián Casas conoce de las imposturas poéticas y de cómo se las gastan los vates [odio y egoísmo acrisolado en versos, de gente incapaz de vivir la vida] por eso es capaz de escribir versos como estos con los que remato el post y les invito a  comprar y leer Horla City y otros: Tal es el destino de los buenos poetas/  una vez que ha  muerto: no recharzarse/ como polos opuestos de un imán/ sino mezclarse bajo los ojos/  de un mestizo borracho/ a altas horas de la madrugada.