miércoles, 30 de diciembre de 2015

SIETE CASAS VACÍAS SAMANTA SCHWEBLIN


Hay libros que se leen como si al abrir la primera página entrásemos en una pesadilla y una vez dentro fuese difícil salir de ella. "Siete casas vacías" de Samanta Schweblin [Buenos Aires, 1978] es uno de ellos. El libro pertenece a esa extraña y extraordinaria categoría de los libros de relatos casi perfectos. Prosa fría, horror cotidiano. Ese horror que no necesita monstruos porque el monstruo es el propio ser humano que habita el relato, la historia. Seres egoístas, enfermos, violentos no física sino emocionalmente. Esa madre y esa hija que entran en casas ajenas en "Nada de todo esto"; precioso titulo. Esa mujer que hace listas y espera a la muerte o quien sabe qué, en ese cuento agotador y moroso hasta la extenuación "La respiración cavernaria". Eso es el estilo. Convertir en sórdido y cruel los efectos del daño.Sean cuales sean los efectos del daño. Diseccionar el corazón del ser humano, su tristeza, sus perdidas, su nausea vital. Y todo ello entre la pesadilla y la ensoñación. Más evidente en alguno relatos; por ejemplo "Salir", puede que el que menos me guste del conjunto. Schweblin no se lo pone fácil al lector. Para qué. Los cuentos de la autora argentina te dejan sin respiración, son de una belleza siniestra y narran desde una gélida elegancia esas taras que todos los seres humanos tenemos; defectos de fábrica; el lado oscuro del alma humana. Mi relato favorito es uno que en principio no estaba en el libro, ya que había ganado un premio anterior. Se trata de "Un hombre sin suerte". Un hombre, una niña y unas bragas. Adivinen el tema. Lo repito, lo bello y lo siniestro y esa prosa glacial que penetra poco a poco en el lector hasta llegar a los huesos y transmutarlo en estatua de hielo contemplando una sórdida escena  sacada de alguna de las puertas del infierno. Porque el infierno somos nosotros mismos. Sin remisión.

lunes, 7 de diciembre de 2015

EL PUENTE DE LOS ESPIAS STEVEN SPIELBERG


El domingo fui a ver "El puente de los espías" dirigida por Steven Spielberg [Cincinnati, 1946] No suelo ser un admirador de Spielberg. Siempre me ha parecido un director  blando, de guión y de trucos de guión, un director vistoso y superficial, que busca ante todo el espectáculo, pero, eso sí, siempre eligiendo grandes temas que normalmente banaliza. El resultado es suelen ser películas irregulares. De todas las suyas que he visto guardo buen recuerdo de muy pocas y desde luego no creo que sean las más valoradas por sus admiradores incondicionales. "El color purpura" [1985]; "El imperio del sol" [1987]; "Inteligencia artificial" [2001]; "Munich" [2005] Creo que "El puente de los espías" es una de sus mejores películas. No sé si se debe en parte a la actuación de Tom Hanks, un actor que a mí no me suele gustar, pero que resulta muy eficaz en este papel de hombre firme, de abogado de seguros metido a negociador en la guerra fría. Lo cierto es que las dos horas veinte de "El puente de los espías" se pasan en un suspiro y que ni siquiera molestan esos pequeños detalles de guión en los cuales se apoya el director para pautar la acción. La paradoja de las dos monedas. El resfriado paulatino de los personajes en Berlín. Es la manera pausada de narrar de Spielberg, su magnífica dirección de actores, su portentosa recreación de aquellos años, a pesar de que en algunos momentos presintamos lo que va a ocurrir antes de que ocurra; la secuencia de los disparos en casa del abogado, lo que dota de cuerpo a esta película que aunque narra unos hechos reales, tiene la virtud de poder verse como si los personajes fuesen de ficción. 

domingo, 6 de diciembre de 2015

EL NIÑO QUE SE DESNUDÓ DELANTE DE UNA WEBCAM JOSE SERRALVO


Son cuatro horas,solamente cuatro horas, para decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Ese es el tiempo de que dispone Dave Timberthirdleg, el protagonista de esta  arriesgada novela, para declarar ante uno de esos comités de senadores y senadoras a que tan adictos son en los países que no son el nuestro.  Y en eso consiste "El niño que se desnudó delante de una webcam"  [Libros del Lince, 2015] de Jose Serralvo [Jerez de la Frontera, 1984] En una declaración a toro pasado sobre la infancia y adolescencia del narrador. Un narrador en primera persona y nada de autocompasión. El tema de la pederastia es difícil de tratar en literatura, se te puede ir de las manos en un abrir y cerrar de ojos. Aquí no ocurre. Ni siquiera en las escenas más crudas y escabrosas, que las hay. La novela es un largo monólogo del protagonista -casi puede uno imaginarla sobre las tablas de un teatro-, en el que va desgranando algunos de los pormenores de una infancia de abusos escolares, familiares y sexuales con esa ironía que se adquiere cuando no existe otra forma de narrar el horror. El horror cotidiano. Porque los seres humanos, por mucha capa de civilización y cultura que nos hayamos dado, en el fondo solo somos animales asustados, animales racionales asustados. Y la parte racional no nos libra del instinto de supervivencia. Maridos que matan a sus mujeres, padres que violan a sus hijos, terroristas que asesinan por su fe. Lo peor del hombre está dentro del hombre. En sus entrañas. Las circunstancias ayudan. El protagonista de la novela lo dice de otro modo: Estoy convencido de que los seres humanos no son ni buenos ni malosLos seres humanos son lo que les toca ser...A Dave Timberthirdleg le ha tocado ser víctima y quién sabe si además no es también verdugo. No es un narrador fiable y aunque ha jurado decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, su verdad no tiene que ser exactamente la verdad de los hechos. La intervención oral del agente Cooper al final del relato intenta poner los puntos sobre la íes. La historia funciona bien porque el narrador es hábil y esconde las grietas del relato.Hay bastantes referencias cinematográfica, lo cual se agradece. Un perro llamado Reagan y una abuela que podría ser la nuestra. No se trata solo de pederastia, pornografia, sexo explicito, dinero, drogas, maltrato infantil y una historia de amor entre una ciberamera y una chica en silla de ruedas, cristiana convencida y adicta a la literatura de David Foster Wallace. Se trata de todo eso y algo más, algo que no está en el tema sino en el tratamiento del tema; en la forma de narrar el dolor del horror. Suponiendo que lo haya. Afirma el protagonista que la pedofilia es la expresión de la sexualidad de un adulto deshumanizado que contribuye a deshumanizar a un niño. No sé si estoy de acuerdo con esa definición. El sexo es la parte más instintiva del hombre y posiblemente también la que nos hace más humanos. La razón siempre es a posteriori. Y se sobrepone al instinto. Y cada vez estoy más seguro que a pesar de la razón, el hombre en la mayoría de sus decisiones se rige por el instinto o la emoción. La vida de Dave se mueve en terreno pantanoso. Estarán ustedes de acuerdo en que un ser humano que no reconoce a su propia descendencia deja se ser un ser humano, o al menos un ser humano completo. Ya tienen para reflexionar un rato. Y algo más: El lenguaje es la más terrible de todas las armas. Estamos a las puertas del Marques de Sade. ¿Quién puede negar que una ciberamera no tiene una parte de filósofo?: La literatura es algo serio, que ayuda a entender y cambiar el mundo.  O por ejemplo: Para un intelectual, un libro usado es siempre más valioso que uno nuevo. Incluso se puede permitir definir el amor, el amor verdadero: Eso es el amor,¿no es cierto?: un silencioso e incesante intercambio de hábitos. // También eso es el amor, ¿no es cierto?: enternecerse con las manías de la persona que amamos. Ya lo saben, además de sexo verbal u oral, algunas cápsulas filosóficas contundentes. Un monólogo descarnado al estilo de "La vida perra de Juanita Narboni". Y hasta aquí puedo contar, les dejo con Dave Thimberthirdleg y su bonita definición de nosotros, los seres humanos: Ella pensaba que los seres humanos son eminentemente buenos y que, por desgracia, la sociedad los corrompe. Yo, al menos en mis días más oscuros, pienso que los seres humanos son eminentemente malos y que, gracias a Dios, la sociedad los constriñe.

sábado, 5 de diciembre de 2015

HEDDA GABLER


No voy mucho al teatro, aunque siempre me ha interesado. Especialmente ciertos autores. Hubo un tiempo en el que iba más a menudo. Quizás cuando creía más en el ser humano. Hace tiempo que descreo de casi todo. Y acepto las cosas como son. Henrik Ibsen [ Skien 1828-Oslo 1906] creía firmemente que podría mejorar el mundo o al menos la sociedad de su tiempo a través del teatro. Esa es la impresión que se saca cuando uno se acerca a su obra donde critica y radiografía los males morales del momento que le toco vivir. Sucede en "Casa de Muñecas" [1874] en "El enemigo del pueblo"[1882] o en "El pato salvaje" [1884]. El hombre en lucha consigo mismo y con la sociedad que lo aprisiona y constriñe.  "Hedda Glaber" entra en parecidos parámetros. Podría confundirse con una obra feminista en el que una mujer que no se adapta a la sociedad a la que pertenece rompe con todo. Pero Hedda Gabler es mucho más. Es un análisis de los mecanismos el poder y la manipulación. Una crítica dura a una sociedad sólidamente establecida. Bastan las primeras escenas de la obra para marcar la forma de actuar de la protagonista. La escena del sombrero de la tía Julia que ha avalado la compra de la casa de su sobrino al que ha criado como un hijo. Estamos en un terreno peligroso. Hedda Gabler es una mujer atrapada en sus circunstancias. Alguien con un lado salvaje y que sueña con ser libre, pero también, alguien que no se atreve a llevar a cabo sus sueños. Es un personaje cobarde y profundamente frustrado. Un personaje inteligente y hastiado que no soporta el aburrimiento vital que la rodea  y que manipula a tirios y troyanos. Se casa con un hombre al que no ama y al que piensa ser fiel porque es el que le ha ofrecido mejores oportunidades para mantener su estatus social, aunque en el fondo Jorge Tesman, su marido, sea un hombre mediocre, simple, convencional. Ella hubiera podido amar a Ejler Lovborg, un talento en bruto, un genio en ciernes, pero demasiado débil, demasiado propenso al alcohol y las mujeres; un proyecto de fracaso anunciado; hasta que llega Mrs Elvsted, antigua condiscípula de Hedda, ahora casada con un hombre más mayor que ella y a quien no ama, es prácticamente su criada, y que enamorada de Lovborg, logra proporcionarle la suficiente templanza para que escriba no solo un libro digno de su talento, sino dos. Y regenerando a Lovborg, ella encuentra no solo sentido a su vida sino la posibilidad de escapar de su destino social. Por supuesto Hedda Gabler no va a permitir que otros logren lo que ella no puede lograr. La felicidad. Hedda Gabler es malvada sin pretender ser malvada. Tiene demasiadas aristas para ser solo una mala convencional. Es un personaje trágico porque enfoca mal sus capacidades y su inteligencia. Ante el aburrimiento vital busca la belleza de la destrucción total. Si ella no puede ser feliz que no lo sean los demás. Destruye al hombre que hubiera podido amar. Destruye su obra porque esa  obra es como el hijo que ha tenido con Mrs Elvsted. Y cuando cae en manos del juez Brack, antes de convertirse en la amante que no desea ser, opta por la solución extrema. Como dice el Juez Brack al final de la obra: Pero, Dios todopoderoso, esas cosas no se hacen. No, la mujeres de la época no se hubieran suicidado pegándose un  tiro con la pistola de su padre. Pero Hedda es hija del general Gabler. Y como dice en algún  momento de la obra las acciones tienen consecuencias. Todavía hoy, tantos años después, hay algo que fascina de este personaje que en manos de Cayetana Guillen Cuervo es como una bella esfinge de hielo inalcanzable.