domingo, 7 de mayo de 2017

NEFANDO, MÓNICA OJEDA


"Para escribir hay que ser uno mismo porque es lo único que podemos ser". Kiki Ortega.

 Pocas cosas eran tan importantes como encontrar la palabra expresiva, se lee en la primera página de "Nefando" [Editorial Candaya, 2016] escrita por Mónica Ojeda [Guayaquil, 1988] y, en qué otra cosa consiste la literatura sino en encontrar la palabra expresiva. En la página siguiente, se vuelve a reflexionar sobre el acto de escribir y, creo yo, se nos da una de las claves de esta breve e intensa novela:" ¿Qué tan difícil podía ser escribir sobre la sexualidad de tres niños? Una novela sobre la crueldad, una novela destinada a perturbar. Algo como Las tribulaciones del estudiante Törless, pero mezclada con Historia del ojo". Empezamos bien, Robert Musil y George Bataille en la misma coctelera. Un cóctel así puede ser complejo de combinar. El escritor siempre está al borde del abismo, resbalando por el filo de una navaja, entre la alta literatura y la pornografía elegante con pretensiones de ir un poco más allá de lo que se narra: "Con metáforas, quizás, podría salvarse de las construcciones ajenas. Ellos serían las moscas. Lo único que quería era decirse con su propia lengua. Los bichos que caen en telarañas no son inocentes. Lo único que quería decirse.  Mis personajes serán lo real y yo una ficción." En estas primeras páginas que en la novela se suponen escritas por Kiki Ortega, 23 años. Becaria FONCA, uno de los seis personajes principales de "Nefando" se hallan la esencia y algunas de las estrategias del texto escrito por Mónica Ojeda. " Tenía que ser posible crear un lenguaje que no se remordiera. Su intención, la más honesta de todas, era la de explorar lo inquietante; la de decir lo que no podía decirse. ¿Hay algo más humano que los deseos y los temores y la indiferencia a los deseos y a los temores del otro? En los prohibido estaba todo principio creador." Otra cosa es que lo que viene  después nos guste más o menos. He leído algunas reseñas que la proponen como una obra maestra y quizás crean unas expectativas desorbitadas con respecto a lo que la novela ofrece, que es mucho y de alta calidad y perturbador y original, pero que para mi gusto - solo soy un lector frente a la historia que se me cuenta-, no termina de ser una obra redonda. Pero quién necesita obras redondas y perfectas. Alguien afirmó alguna vez en un poema que la perfección es estéril porque no puede procrear. No se trata de que la historia que se nos cuenta sea perfecta, cerrada y redonda, porque quizás de ese modo nos excluya, sino de que nos  coja por alguna parte del cuerpo, a ser posible pudenda, y nos implique en lo que se nos cuenta. En ese sentido Mónica Ojeda lo logra, con esta historia de seis personajes que comparten piso, secretos y parafilias en Barcelona. La ya mencionada Kiki Ortega, aspirante a escritora de novelas pornográfica, Iván Herrera, 25 años,  master en Creación Literaria y con tendencias sadomasoquistas; el Cuco Martinez, 29 años, hacker, scener, diseñador de videojuegos y y ladrón de turistas en ratos libres, y los hermanos Terán:  Irene, Emilio y Cecilia sometidos a todo tipo de vejaciones sexuales por su progenitor. La novela se podría ver como una especie de seis personajes en busca de autor, pero es muchas cosas. La novela se articula en forma de entrevista  a los diversos personajes en torno a una investigación sobre el videojuego que da titulo a la obra. Dice A. Olmos en su reseña  de la novela que no hay escritor joven que haya podido escapar del influjo de Roberto Bolaño. La estructura remite a él, pero intercala la novela breve que escribe Kiki Ortega, y hay un capítulo contado por Emilio Terán, que en sí mismo es un cuento con todas las de la ley. Hay referencias literarias, cinematográficas y de otro tipo que intentan barnizar la dureza de lo que se nos cuenta: kafka, Hemingway, Onetti, Sade, Mishima, Eric Rohmer, Sterne, Sebold, Montaigne, Thomas Mann, Alina Reyes, S. Masoch, Philip K. Dirk, Moebius, Asimov, H.G. Wells, Dario Argento, Milo Manara, Russ Meyer, Armonia Somers,  Ralf König, Ursula K. Leguin, Ayn Rand, Griselda Gambaro, Alejandra Pizarnik. Cada referencia es una especie de caramelo o recompensa para el lector. Cada referencia abre una puerta a un mundo paralelo. Como excavar un pasadizo en el pasillo de ese piso  compartido donde quizás el sexo alternativo, la pornografía, la pedofilia, el incesto y la degradación conviven con unos personajes que se asumen a través del acto literario. Lo mejor de la novela o entre lo mejor de la novela es el desparpajo  y la convicción  y la mano firme con los que la autora se aplica a narrar los hechos por muy bizarros que estos puedan ser. Nadie en esa clase sabía cuánto odiabas tu pene erecto, cuánto querías arrancártelo y tirarlo al váter. Era una enorme sanguijuela  chupándote la vida de la pelvis. En la página siguiente, se da una buena definición de literatura como un vómito eyectado por gente como tú, llena de duplicidades y máscaras. Interesante es también la reflexión sobre la escritura y el propio cuerpo: Sabías  que la escritura no podría hablarte de tu carne. Solo el dolor era capaz de construir un discurso del cuerpo-no-tuyo, pero el dolor era intransferible e inexpresable para el lenguaje.  Son por este tipo de reflexiones sobre la escritura y el sexo en toda su amplitud por lo que "Nefando" me interesa especialmente y se puede considerar una novela de alto voltaje literario. El otro tema, el de los seis personajes y sus soledades y frustraciones encerrados en el laberinto de un piso en Barcelona, es la trama para la reflexión, como la estructura de entrevista de la novela es el armazón que sostiene reflexiones que raramente dejarán impertérrito al lector que se acerque a estás páginas -apenas 200-, escritas con un estilo preciso y sinuoso. Como muestra un botón: ¿Qué diferencia hay entre una santa mística y una mujer que le pide a su pareja que le eche cera caliente en la espalda y que le meta el puño por el culo? La pregunta tiene una solución en la novela, pero para los que no la han leído, la dejo en el aire, por si buscan alguna respuesta alternativa. La novela está cuajada de este tipo de hallazgos deslumbrantes que van un paso más allá de lo políticamente correcto. Cuánta dureza la de las oraciones gramaticalmente correctas. Me pregunto si tendré el valor de suficiente para escribir mal. // La adultez es la pérdida de lo frágil. // ...la escritura se parece a la infancia. // La irreverencia se parece a la escritura que bebe de los tropiezos. // Tropezar es imprescindible para narrar lo caído.// Quiero escribir para darle justicia a mi vergüenza. //...mi vergüenza será el bastión de mi lengua novelada Eso es lo maravilloso de leer una novela, cuando la leemos y la subrayamos escribimos la novela que para nosotros hay dentro de la novela que ha escritor el autor. Cada lector puede encontrar su propia novela dentro de una buena novela. "Nefando" lo es. Una novela que te salpica y te remueve y no te deja indiferente. Tengo una amiga a la que no le gustó y otra a la que le ha gustado tanto que dice que le faltan cien páginas. Para mi gusto quizás le sobren diez o quince páginas. No sé. Solo es una impresión. Por lo demás ofrece tanto  esta novela que uno debería volver a leerla de vez en cuando para no olvidarse de que:  Los poemas no son agradables, al menos no los que son buenos. La poesía que verdaderamente vale la pena es la que te deja caer. Imposible no salir quebrado de eso. Pues ya lo saben. Un poema en prosa sobre los deseos más oscuros del ser humano. Una narración hipnótica que te resquebraja poco a poco hasta romperte por dentro y arrojarte al pozo de tus propios miedos, esos que nacen en la infancia y de desarrollan  y reflejan en la literatura.