domingo, 20 de septiembre de 2009

IAN RANKIN

Para superar la decepción, finalicé agosto eligiendo otra novela policíaca con la que ampliar mis horizontes. Una forma como otra cualquiera de escapar del la realidad, aunque la novela policíaca es en la actualidad una de las mejores formas de radiografiar la realidad social. Uno no aprende de sus errores; y eso es lo bueno de la vida, ya que si aprendiésemos de nuestros errores seriamos insoportables y perfectos y la perfección es espantosa y estéril como proclaman unos versos de S. Plath. El mundo no va a mejor, sino a peor. No hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta, aunque la mayoría de la gente prefiere no darse cuenta, llevar una vida mediocre y gris, pagar un piso que no vale lo que pagan por él y adormecerse con lo bien que le va a nuestra selección de baloncesto, con los triunfos en la Davis y con esa frase tan manida que indica que tenemos la mejor liga de fútbol del mundo. Luego dicen que no existen las drogas duras. Nos pueden despedir de nuestros puestos de trabajo con la aquiescencia de los sindicatos y no ocurre nada; pero supriman el fútbol en abierto y ya veremos qué ocurre. Puede que el pueblo se levante airado y manden a políticos y empresarios donde les corresponde dentro del círculo del infierno y conste que a mi los deportes ni me van ni me vienen. Yo quería hablarles de la novela de Ian Rankin [1960] que he leído "Cuestión de Sangre". El inspector Rebus en estado puro. Una fotografía nítida de los problemas de la sociedad actual. En uno de los capítulos, mientras los personajes vuelan hacia la isla de Jura, hay una conversación con el piloto: [¿Lee alguna vez poesía inspector?. -¿Tengo yo aspecto de leer poesía?. -Francamente no. A mí me gusta mucho Yeats y anoche leí un poema suyo: "Sé que encontraré mi destino entre nubes en el cielo; no odio a quienes combato ni amo a quienes protejo". ¿No es lo más triste que puede haber?...¿Sabe cómo se titula el poema? Un aviador irlandés preve su muerte]. Es lo que tiene leer novelas, de vez en cuando esconden pequeños tesoros. Las posibilidades del destino son infinitas, las del hombre también, a pesar de que el hombre no crea en ellas. Pensé en el libro de poemas que Justo Navarro publicó en 1986 "Un aviador preve su muerte". Pensé en como acaba el poema de W.B. Yeats [1865-1939] "En el recuerdo, todo equilibrado,/ con el futuro no gasto saliva,/ bastante gasté ya con el pasado:/ esta vida, esta muerte, equilibra". Y también he estado dándole vueltas a un par de versos del poemario de Justo Navarro. Uno termina descubriendo como dicen sus versos "la confortable/ dulzura de saber que la vida es en vano ".

domingo, 6 de septiembre de 2009

JOHN CONNOLLY

La decepción es parte de la vida y del aprendizaje humano. Creo que los seres humanos son los únicos animales que sufren eso que se llama decepción. Tengo la impresión que ni perros ni gatos sufren ese mal. Los animales no deben esperar demasiado de los seres humanos. El problema es por qué los seres humanos solemos esperar demasiado de casi todo en la vida. Nos decepciona la vida en general y, a veces, los amantes, los amigos, los padres, las películas que vemos o los libros que leemos. Ya lo he dicho; esperamos demasiado de los demás. Uno no debería esperar nada de nadie. Este comentario viene a cuento porque la última novela de John Connolly [1968] me ha decepcionado. Esperaba más de lo que me ha ofrecido. Soy un fiel seguidor del autor de "Los atormentados" [2007] desde que cayó en mis manos "Todo lo que muere" [1999]. He seguido las peripecias del protagonista Charlie Parker a lo largo de "El poder de las tinieblas" [2000]; "Perfil asesino" [2001] "El camino blanco" [2002]; "El ángel negro "[2005], hasta la actual "Los hombres de la guadaña "[2008]. Son novelas policíacas desmedidas, barrocas. Son algo más que novelas negras. Una etiqueta: novela negras metafísicas. El elemento fantástico es fundamental. La culpa y la redención son sus temas principales. También la pureza y la inocencia. Antes de mi viaje a Amsterdam había comenzado "Los hombres de la guadaña", pensaba acabarla antes de irme, pero no fue así. Y la decepción no estaba en que los protagonistas de la novela fuesen el asesino Louis y su amante el ladrón Ángel, mientras que Charlie Parker se convertía en secundario de lujo. No. Todo encaja, las descripciones son magníficas y los personajes están perfectamente definidos, pero la trama no me ha atrapado como en otras ocasiones y la he terminado después de volver de mi viaje. Como con las novelas ocurre como con los amigos, con los padres o con la vida, es mejor no esperar demasiado o uno irá de decepción en decepción. Ojalá todas las decepciones fueran como la de "Los hombres de la guadaña". Espero con ansiedad que en España se publique la siguiente de la serie "Lovers". La decepción siempre viene acompañada de la esperanza.