"Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino", escrito
por Diego Sánchez Aguilar [Cartagena,
1974], doctor en literatura, profesor de
enseñanza secundaria y poeta y narrador a tiempo indefinido, es un libro de
relatos insólito y solidario, un libro
de relatos que descoloca y para dejar las cosas claras desde el principio un
estupendo y brillante libro de relatos sobre la hipocresía social y sexual. Y
para afirmar que se trata de un brillante y estupendo libro de relatos no hay
que ser un lince ni un adivino ni un vidente, ya que su calidad viene avalada
por la concesión del premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en
2016. Y además es el primer libro de relatos del autor. Este libro habla de
sexo explicito, implícito y polivalente
y, también, de cosas que tienen que ver
con el sexo y sus alrededores: masturbación, voyerismo, relaciones
extramatrimoniales, penetraciones varias, conducción temeraria, celos, pornografía, drogas, turismo sexual,
mulatos, pero sobre todo habla de
literatura y de para qué coño sirve la literatura, suponiendo que la literatura
sirva para algo. Si piensan que esta reseña está un poco subida de tono,
esperen a leer el primer párrafo del primer relato. José Luis tiene una erección tremenda. Si uno reseña un libro que
empieza así, tiene que estar a la altura, o un poco por debajo. No conceden el
premio Setenil a la mejor reseña del año. Eso lo tengo claro. No me hago
ilusiones al respecto, pero el amor propio es la primera ley del sexo no
correspondido y de la literatura universal.
Y sexo no correspondido y literatura hay mucha en estos siete relatos de
palpitante actualidad e insatisfactoria realidad. Y aquí introduzco el término
realidad que es parte fundamental de la ecuación narrativa que propone Sánchez
Aguilar. El otro, el sexo, ya lo habrán
intuido ustedes a poco que sean poco
intuitivos a estos niveles. Realidad
sexual, sexualidad real, el orden de los términos si altera el producto y además
nos aleja del objetivo que late en el fondo de la propuesta de este libro, aunque
sí que hay un aspecto o una derivada que interesa: la realidad y el sexo se
llevan a patadas, o a contrapié o son algo contranatura. Elijan ustedes el
concepto que más les guste. Como su propio título señala–por muy irónico y sardónico que sea-, este es un libro de tesis, un libro de
relatos de tesis pero sin moral ni moraleja, en el cual el sexo es el macguffin
como en las películas de Hitchcock. Así
nos aproximamos confiada y festivamente a esa cruda realidad edulcorada con aromas afrodisiacos y carnales por el autor que además pretende vendérnosla envuelta en celofán,
como el tahúr que sabe que está vendiendo gato por liebre. Sánchez Aguilar se
disfraza de entomólogo social y de antropólogo sexual y selecciona un pequeño pero certero catálogo de personajes reales y mediocres
como la vida misma para viviseccionarlos y mostrarnos sus vicios y virtudes al
natural. Sobre todo sus defectos,
porque, quién lo duda, el hombre es imperfecto por naturaleza y cuando esa
naturaleza es de orden sexual, entonces, la imperfección es doble. Ya que en el ser humano, el sexo es la
distancia más corta entre la realidad y el deseo. De eso hablan estos relatos, de lo que los
seres humanos desean o creen que desean y de lo que obtienen en realidad y de
las consecuencias y daños colaterales
que eso genera en el entorno: soledad, frustración, ira, incomunicación. El autor fiel a su aplicada tarea de
entomólogo antropológico o de antropólogo entomológico, se ha propuesto abrir
en canal la banalizada sociedad actual y utiliza el sexo como el bisturí con el
que diseccionar la realidad de una clase
social, la clase media, una clase social desclasada, inclasificable, y sin
conciencia de clase media, y recurre a la ironía y al sarcasmo como anestesia para que el lector no salga por
pies y espantado ante el resultado del diagnóstico. Para ello ha seleccionado
un exquisito catálogo de ejemplares mediocres, vulgares y anodinos que cubren todo el espectro de la
grama de grises que abunda en la clase
media y ha elegido esos momentos típicamente tópicos –una cena de empresa, un
viaje de mujeres solas a Cuba, un encuentro de antiguos alumnos de instituto- dónde el alcohol y la nostalgia y
el rencor por la deudas pendientes de la vida nos muestren ese animal malherido
emocionalmente que es el ser humano en general.
El reparto de protagonistas no tiene desperdicio: José Luis, 39 años, empleado de banca, casado con una hija;
Anselmo Alonso, 41 años, soltero, tímido, cien kilo, trabajador de correo;
Aurora, cuarenta años, separada
trabajadora de La Caixa;
Francisco y Marta, matrimonio en la cuarentena con un hijo que viven ya
dentro del apacible mundo sin sexo; Paula González, 40 años, casada con hijos,
trabajadora en un hospital; Vicente, 30 años casado, culto, moderadamente
feminista y liberal, pero celoso; y
Fernando, 30 años , 184, soltero, sin ideales políticos, fotógrafo
publicitario. Con este reparto y contándonos las historias en presente
inmediato, porque todos sabemos que el presente anterior es pasado y el presente
posterior se confunde con el futuro y que el presente inmediato nos permite meternos de cabeza en la
historias y verlas y sentirlas y vivirlas desde dentro como si nosotros
fuésemos parte de lo que sucede, como si nosotros fuésemos José Luis teniendo una tremenda erección
mientras piensa si Cristina lleva o no lleva las bragas puestas e incluso cuando la historia transcurre en dos
tiempos distintos, separados entre sí 20 años – por ejemplo “Injusticia”-,
ambas historias se relatan en presente, como si se buscase la inmediatez del
sexo rápido, brutal y urgente. Sánchez Aguilar orquesta esta socio-radiografía
sexual en tres dimensiones que deja transparentar muchos de los graves
problemas endémicos que aquejan a la
sociedad moderna en la que estamos insertos: la soledad, la insatisfacción, la
incomunicación, la frustración y los placebos sociales, como son: las drogas,
el alcohol, los eventos deportivos, el turismo todo incluido, los edificios con
materiales de primera calidad, la pornografía, la publicidad. Para ello tira de escuadra y cartabón y
utiliza una prosa elegante, fría, exacta y minuciosa, donde cada palabra está
colocada con la precisión de quien construye una bomba de relojería de efecto
retardado. Una bomba que no estalla cuando la estás leyendo sino cuando tiempo
después vuelves a pensar en ella y te olvidas de esa primera erección de José
Luis o de si Cristina llevaba o no llevaba bragas en la cena de empresa. Lo que perdura cuando se agotan los fuegos de
artificio del sexo, es la amargura de unos personajes estafados por la vida,
que nunca han tenido el tipo de sexo que la publicidad les vende, que viven en
apartamentos cuyas hipotecas tendrán que heredar sus hijos, que apenas hablan
con sus parejas de lo que desean, que apenas desean, que sobreviven atrapados
dentro de su propia frustración. El
único triunfador de estas historias es Fernando, el fotógrafo de la última
historia, que en el fondo es un triunfador a medias y un triunfador a medias es
un fracasado, al que le gustaría tener una Harley Davidson XR 1200 pero no se la compra por el accidente en el que
murió su hermano y le gustaría ser un
indignado, pero no lo ve coherente con sus trayectoria económica, ya que es un tipo con dinero heredado de la
especulación inmobiliaria. Este personaje, que graba sus encuentros
sexuales con las modelos que fotografía para luego retocar las
imágenes publicitarias y añadirles ese matiz vital que solo se produce cuando
uno se abandona en el orgasmo, aunque para él, el mejor orgasmo es el que mejor
interpretado está, se me antoja una reflexión metaliteraria sobre la propia
obra narrativa, donde la realidad perfectamente fotografiada palabra a palabra
es luego retocada por el autor para otorgarle
ese halo de vitalidad que la palabra por sí misma no tiene. De todo esto no habla este libro de relatos
titulado “Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino” y publicado por la editorial
Balduque, pero que si no fuera porque deduzco que el titulo es una necesaria
provocación para estimular las ventas, bien podría haberse titulado muy adecuadamente
“Nuevas teorías sobre la frustración de la clase media en tiempos de crisis”,
claro que entonces quizás hubiésemos pensado que se trataba de un sesudo tratado económico, en lugar de un estupendo
y brillante y demoledor primer libro de
relatos
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