Decir "Libros peligrosos" es como decir "Muerte mortal"; una redundancia. Todos los libros son peligrosos. O deberían serlo, al menos los buenos, los que contienen buena literatura y dejan huella o nos estallan en la cara o en las manos. La basura editorial que se acumula en las mesas de novedades y en los grandes almacenes de venta al por mayor de palabras manufacturadas para el consumo " masivo o + iva", esos, para lo único que son peligrosos es para los bosques. La literatura no es un negocio, escribirla, vivirla, sentirla, pero su publicación sí que se plantea como un negocio. Así nos va. "Libros peligrosos" es una propuesta de lectura; una lista de esos cien libros que te llevarías a una isla si es que pudieras escaparte a una isla o naufragar en ella. O puede que sean más de cien. ¿Importa el número? ¿Importa que sea una lista? ¿Sirven para algo las listas? Incluso si son una propuesta de lectura personal y arriesgada. Podrían ser estos libros que nos propone u otros. Un libro por autor o un autor por libro. Al elegir el libro nos llevamos al autor completo o a la inversa. El seleccionador es consciente de ello. Son sus lecturas, las comenta y elije el orden en el que las comentan. El orden es importante. Nada de orden cronológico. Nada de orden por materias o por temas o países. No. Las dispone como en un edificio de vecinos. Unos autores junto a otros, unos libros pegados a otros, conviviendo página con página como quien vive puerta con puerta. Hay convivencias gozosas, vecinos extraños, relaciones tempestuosas y algunas incestuosas. William Faulkner y Mientras agonizo está entre Pedro Páramo de Juan Rulfo y los Diarios de Alejandra Pizarnik. Extraños en un tren de Patricia Highsmith viene precedida de Crimenes ejemplares de Max Aub y antecede a Crimen y castigo de Dostoievski, incómodo vecino de La señora Dalloway de Virginia Woolf. Monsieur Teste de Paul Valery y Blonde de Joyce Carol Oates hacen una extraña pareja de baile y no digamos nada si se convierten en trío incluyendo Una vida de Pierre Menard de Michel Lafon. Se podría opinar que Tallón se ha dejado llevar por el mero capricho personal a la hora de ofrecernos, confeccionar, esta antología literaria para lectores incipientes e impaciente, pero aunque así hubiera sido no hubiera pasado nada. El capricho el el cincuenta por ciento de la literatura. Sin embargo, el autor no actúa por mero capricho sino que organiza el material previo plan trazado con rígida mano, no de hierro sino de acero inoxidable. Como buen narrador nos cuenta una historia. La urde ante nuestros ojos. Nos la muestra. Logra encadenar unos autores con otros y unos libros con otros de tal manera que es difícil una vez leída la antología, la lista, que al pensar en La pasión según G. H de Clarice Lispector no pensemos después en Francisco Umbral y en La noche que llegué al Café Gijón. Así es la literatura. Asociaciones ilícitas. Encuentros inesperado al volver la páginas. Los poetas conviven con los narradores. Y estos con los filósofos. Las citas están muy bien elegidas. Describen esa cosa negra y viscosa que es el alma humana de la que tanto se ocupa la literatura, la buena literatura, la que abunda poco. Dice un personaje de Onetti: Cuando me presentan a alguien me basta saber que es un ser humano para estar seguro de que peor cosa no puede ser. Dice otro personaje de W.Faulkner: Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho tiempo. Adoro las citas. Adoro a Faulkner y a Onetti y a Quim Monzó y a Anne Sexton y a Fleur Jaeggy y a Lorrie Moore y a Cioran y a Clarice Lispector. Y Claro a John Fante y a Natalia Ginzburg. Esta antología de libros peligrosos está repleta de frases brillantes, propias y ajenas, que nos salen al paso como la calderilla de la literatura. Y esa calderilla de la literatura es la que nos ayuda a sobrevivir día a día a los pobres indigentes lectores. El fracaso es siempre inevitable. No digamos cuando está precedido del éxito, que, por otra parte, es relativo. Qué quieren que les diga, pues que lean "Libros peligrosos" tanto la antología recomendada por Juan Tallón como los libros que se citan en ella porque leer no nos salva pero nos pone en el camino de la salvación y porque la buena literatura, apetezca o no, siempre produce algún género de molestas. Y no conviene acomodarse. Cuando te acomodas, te mueres durante mucho, mucho tiempo.
Uff. Me he quedado muy a gustito. Mil gracias.
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