sábado, 27 de diciembre de 2014

UNA ALACENA TAPIADA CARLOS CASTILLA DEL PINO


Hay libros que parecen lo que no son. "Una alacena tapiada " de Carlos Castilla del Pino [San Roque, 1922- Castro del río, 2009] es uno de ellos. Una novela escrita por un neurólogo y psiquiatra de prestigio. Una novela breve - su segunda novela después de "Discurso de Onofre" [1977]-,  apenas 130 páginas con la engañosa forma de novela de suspense. En el primer capítulo hay un suicidio, luego la historia va por otros derroteros. El narrador omnipresente o omnisciente se mete de rondón en la mente del personaje protagonista. En realidad el protagonista de la novela es un concepto; la incapacidad del ser humano para ver la realidad tal cual es, para relacionarnos con los otros. Esta es una historia sobre un malentendido no sé si a la manera de Camus, pero si a la manera de Castilla del Pino, que intenta plasmar como un hombre fuera de la realidad y firmemente asentado en la fantasía, un loco en potencia y a veces en acto,  Enrique Besabé y Gómez de Urbina, a partir de una señales azarosas desencadena una tragedia, alimentando una culpa latente en el personaje de Ramón Argoda. Lo simple se torna complejo. Una caja de cerrillas es un desencadenante significativo. La forma de enfrentarnos a la realidad y la realidad en sí misma son imágenes que no se llevan bien. No encajan. Siempre nos formamos una imagen del otro que raramente se corresponde con la realidad del otro. El componente subjetivo es primordial a la hora de relacionarnos.  ¿Quién es realmente el otro? ¿Es el qué es esencialmente, el que vemos que es, el que imaginamos que es, el que el cree ser, el que imagina él que es? Demasiadas imágenes en un espejo roto, en el espejo roto de la conciencia. No importa tanto la resolución del enigma -previsible para quién le guste la literatura policíaca desde el primer capítulo-, como el desarrollo sostenido de la trama con sus complejos vericuetos mentales. La lógica de la locura se impone en estas páginas construidas como un ensayo novelado o como una novela ensayada. Al mismo tiempo Castilla del Pino realiza un  fascinante ejercicio de reconstrucción o recreación  mental de la población de Luengas, donde se desarrolla la historia. La descripción de la ciudad es casi tan importante como el desarrollo de la trama. Explica la opresión de los personajes, su modo de actuar. Es el contexto. Eso clásico orteguiano del hombre y sus circunstancias. No es una novela fácil de  leer, es exigente con el lector, pero a cambio cuando la acabas te sientes, en cierta manera, recompensado. Algo que toda obra literaria debería producir en el lector. La lectura como un modo de recompensa. Como un regalo de la vida.

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