viernes, 12 de julio de 2013

RECORTES DE MI VIDA AUGUSTEN BURROUGHS


Augusten Burroughs nació en Pitssburgh en 1965.  Burroughs es el autor de "Recortes de mi vida" [2002, Anagrama]. El protagonista de esta novela autobiográfica se llama como el escritor de la misma, que en realidad se llamaba Christopher Robinson, antes de cambiarse el nombre a los dieciocho años. Uno es el nombre que elige para enfrentarse al mundo, sus miserias, y sus derrotas. Christopher Robinson es Augusten Burroughs. Un tipo que encabeza su novela con una cita de un eterno insatisfecho, Jules Renard: Busca el ridículo en todo y lo encontrarás. La infancia cuando la recordamos desde una prudente distancia suele ser ridícula. Los dramas y problemas de esta etapa de la vida vistos con perspectiva son algo menos que nada. Los dramas y problemas de Augusten Burroughs no parecen especialmente cruentos, pero son sus problemas y sus dramas. Odia y ama a su madre, aprendiz de poeta, bipolar, histérica y lesbiana aunque todos digan que se parece a Lauren Bacall. Admira a su hermano o quizás le envidia. No sabe muy bien que aspira a ser en la vida. Su homosexualidad no parece preocuparle en exceso. Es egoísta y narcisista y tan histñerico como su madre. Le gusta que todo encaje a la perfección, que todo sea brillante y reluciente, pero en su vida nada es ni brillante ni reluciente ni parece encajar de ninguna manera. Es lógico que el primer capítulo de la novela se titule "Aquí falta algo". No existe realmente un  hilo argumental sólido. Tampoco importa. La novela se titula "Recortes de mi vida". Nos bastan los fragmentos para hacernos una idea aproximada de la vida de este niño que es "regalado" por su madre, incapaz de cuidarlo, a la esperpéntica familia de su psiquiatra, el doctor Finch. Se rompen muchos tabúes en esta novela. Todo es profundamente cínico y  desmesurado. La familia  del farsante doctor Finch es una familia circense.  Desde, Agnes, la madre, siempre barriendo y cantando;  pasando Natalie la hija gruesa, Hope, la hija que lee el destino en la Biblia como el padre es capaz de leerlo literalmente en las defecaciones;  hasta Neil Bookman el hijo adoptado y pedófilo. Los capítulos llevan unos títulos estremecedores y desopilantes: "El masturbatorium", "Creció sin un diagnóstico correcto", "El placer del sexo (edición preadolescente)", ""Un desastre de veinte centímetros", "Lecturas de la taza del váter", "Puedes hacer conmigo lo que quieras", "No eres más que un objeto sexual" o "Al final lo vas a conseguir". A veces prometen más de lo que ofrecen. Cada título podría se el principio de un excelente poema. Lo mejor es el tono de la novela. Un tono distanciado como si el protagonista se mirase a sí mismo con suficiencia y desapego. Nadie sale demasiado bien parado. Todos son terriblemente necios, incluido el protagonista que parece convencido de que al final logrará hacer realidad sus sueños y ser un poco como Liza Minelli cantando Si lo consigo allí, lo conseguiré en cualquier sitio...Abundan las referencias de la época, tanto cinematográficas como literarias, musicales y televisivas. Es parte del encanto de esta novela que se lee como si te estuviesen acariciando la planta de los pies con una pluma de ganso, pero que te deja un regusto amargo en la boca.  Imprescindible, el epílogo de dos páginas donde se da cuenta del destino de algunos de los protagonistas de estos recortes  de mi vida.

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