domingo, 21 de febrero de 2016

CAROL, TODD HAYNES


En Carol, la última película de Todd Haynes [Los Ángeles, 1961] todo encaja y sin  embargo hay algo minúsculo que no termina de cuadrar. La película es un melodrama suntuoso, muy al estilo de los melodramas de los años cincuenta rodados por Douglas Sirk, aunque con un tema que el  gran director alemán afincado en Estado Unidos jamás se hubiera atrevido a plantear, la homosexualidad femenina. La belleza del producto devora el posible impacto de la crítica social y moral que propone y que sí que estaba en la novela de Patricia Highsmith en la que se inspira. En Carol, todo es demasiado suave, los colores, los decorados, el preciosismo de los encuadres, las interpretaciones contenidas y matizadas, el vestuario, la música envolvente, casi hipnótica. Es como un regalo maravilloso envuelto en papel satinado y con un lazo de colores. Eso es "Carol". Uno sale de la película rodeado de una halo de extraña complacencia. La película es la elegancia de Cate Blanchet y la sutilidad y frescura de Ronney Mara. Una mezcla sutil entre el silencio y la palabra, entre lo sugerido y los mostrado. Entre la hipocresía de una época y la libertad de las personas para sentir con libertad el camino de su corazón. La frase queda cursi, pero es muy apropiada al modo de encarar el tema. La película no es que sea verosímil, es que no parece haber diferencia entre las actrices y sus personajes, entre lo que sienten y cómo lo expresan tan solo con una mirada o una caricia. Podría ser una obra maestra, pero yo ya no creo en las obras maestras. Quizás porque hay algo que no termina de cuadrar, algo que en algún momento me aleja de las imágenes y me obliga a mantener una distancia que no quisiera mantener con la historia que me están contando. Puede que sea el esteticismo del envoltorio. No sé. El milagro es que "Carol" exista, que nuestra mirada se funda con la imágenes que Todd Haynes ha creado, que respiremos la historia de este amor al borde de lo imposible y que en el fondo queramos y deseemos que sea posible porque nos permite soñar con la posibilidad del futuro, de un futuro mejor y con la posibilidad del amor y la pasión en estado puro, como en todo gran melodrama.

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