Hoy toca una de risa. O debería tocar una de risa, o de risas, de esas risas enlatadas e histrionicas de los programas de televisión grabados en directo. Ya me entienden. En la televisión como en el cine todo el falso. Tanto el directo como las actuaciones en playback, como las comida y bebida de las mesas de los figurantes. Y por supuesto los especiales de navidad se graban en verano. En mitad de una huelga por los despidos a causa de un expediente de regulación de empleo. Los figurantes llevan una semana atrapados en un estudio en las afueras y rodeados de huelguistas. La policía defiende los pilares del capitalismo. Y hay un pobre parado al que contratan a última hora para que cubra una baja y que no puede hacerse cargo de su madre, un poco tarada. También hay una chica guapa, medio ninfómana y gafe, una madre con cruz de Caravaca a cuestas y manías incendiarias, un asesino a sueldo despechado que imita a la persona que debe asesinar - el descubrimiento de la película, desde mi punto de vista-, un ídolo adolescente que no para de meter la polla donde no debe, una pareja de presentadores que son matrimonio y se llevan a muerte, una directora lesbiana, un hijo presuntamente ruso, un acaparador de bebidas de antes de la guerra que trafica con todo, - el listo español de toda la vida-, unos cuantos actores de series televisivas como Gin Tonyc o Aida, con un par de líneas y un sinfín de figurantes. Y por supuesto está Alphonso. Inimitable. Lo que se dice una película coral. Caótica. Sin pies ni cabeza. El guión tiene más agujeros que una red de pesca. Hay que reírse, pero la risa nos sale floja. Si la última película de Alex de la Iglesia [Bilbao, 1965] intenta parodiar ese tipo de programas tipo José Luis Moreno para las últimas noches de año no lo consigue del todo. Como parodia queda bien, apañada, pero el aspecto crítico de diluye entre los número musicales, las carreras, los golpes y la lentejuela. Algunos buenos diálogos se pierden entre el ir y venir de un tubo con esperma de cantante incendiario. La corrupción está servida. El ritmo de comedia que no es tal, pues Alex de la Iglesia siempre tiende a la parodia, a la sátira y al esperpento -algo muy español-, es desenfrenado. Casi siempre se pasa de rosca. Quizá de todas las películas de Alex de la Iglesia, donde los resultados entre fondo y forma están más logrados fue en "La comunidad" [2000]. Del resto de su filmografía - no del todo despreciable-, me he ido alejando poco a poco. La última película suya que vi fue "Crimen ferpecto" [2004] Y si he vuelto a ver "Mi gran noche" es por mi admiración poco razonada por el cantante que hace de "Alphonso". No por el personaje público que es Raphael. Tiene buenos momentos como era de esperar, impagables las escenas de Raphael con Carlos Areces como el hijo ruso y la actuación de Jaime Ordoñez interpretando al asesino. Pero poco a poco conforme avanza hacia el final el souffle televisivo se desinfla. La salida de los actores del estudio entre espuma es patética. Uno imagina lo que hubiera hecho Buñuel con un argumento así, teniendo en cuenta lo que hizo con "El ángel exterminador". Para incondicionales de De la Iglesia y sobre todo para admiradores de Raphael que borda un papel hecho a la medida de su talento.
¿Porque se tienen que reír de algo que es un símbolo religioso para mucha gente? El que en España haya libertad religiosa no quiere decir que uno se pueda reír de los demás impunemente sino que debe respetar a todos. Cosa que mucha gente no sabe hacer pero que si pide para ellos. Respetemos los signos del catolicismo por simple respeto y no como se respetan los símbolos musulmanes por miedo.
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