lunes, 21 de abril de 2014

TREN NOCTURNO A LISBOA


Las críticas, por los menos las aparecidas en diarios y periódicos españoles son contundentes. Y negativas. [Tediosa. Poesía de postal rancia. Despropósito metafísico. Impostada y previsible. ] Pero yo jamás he ido a ver una película por sus malas o buenas críticas. Como tampoco he leído o dejado de leer un libro por una reseña positiva o negativa.  Como me gusta llevar la contraria diré que me ha gustado "Tren nocturno a Lisboa". Y me ha gustado quizá, a pesar del director[Billie August] correcto, pero poco más y a pesar de los actores; solventes  todos, pero ninguno que haya ido más allá de la piel superficial del personaje que interpreta. La historia es previsible, posiblemente;  antigua y pasada de moda, quizá, dirán algunos. ¿Importa mucho? Entonces qué me ha gustado de está película, que tan escasas simpatías despierta entre los críticos especializados.  Puede que la suma de todos los ingredientes no funcione al cien por cien, pero mientas uno está dentro de la película, uno siente que por momentos se abren algunas grietas en su superficie y las cosas son como deberían ser. Hay secuencias en las cuales el tempo es el que debería ser. La trama, basada en una novela filosófica de Pascal Mercier, cuenta demasiadas cosas  de manera demasiado esquemática. Apenas se esboza la aburrida y gris vida del protagonista, la secuencia del intento de suicidio  es artificiosa, pero los instantes del viaje nocturno a Lisboa y el nuevo renacer espiritual del protagonista tienen la fuerza que deberían tener. Algunos personajes deberían tener más peso. Algunos temas colaterales merecerían una película propia: la relación de Amadeo con su hermana y con sus padre, la historia de amor y desamor con la mujer que lo recuerda todo, la amistada traicionada, la lucha contra la dictadura salazarista. Puede que lo que me haya cautivado de esta película según algunos impostada y previsible, con poesía de postal rancia, y titulo maravilloso que esconde una historia tediosa, sea su tono sosegado, reflexivo, que invita a pensar, que no te obliga a correr detrás del protagonista sino que te invita a acompañarlo al pasado a través de elaborados flasbacks  perfectamente calculados y que lo que te está contando es algo que te atañe como ser humano y no un divertimento plúmbeo para pasar la tarde del domingo ajeno a esta crisis con fecha de comienzo  y puede que fecha de termino [cuando a ellos le venga en gana, es de suponer] que nos están novelando los políticos y autoridades económicas varias. Se trata de una película honesta que enseña sus cartas desde el principio y que no engaña  ni intenta engañar a nadie. Intuyo que parte del encanto de "Tren nocturno a Lisboa" proviene de la novela de Mercier, que no he leído: Cuando dejamos un lugar, dejamos en el mismo tiempo una parte de nosotros mismos. Esta parte se queda  aunque ya no estemos allí. Hay cosas que solo se pueden encontrar si volvemos a un lugar. 

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