viernes, 18 de abril de 2014

ÁVIDAS PRETENSIONES, FERNANDO ARAMBURU


Me parecieron notables y nada maniqueos los cuentos de "Peces de amargura" [2006] de Fernando Aramburu [San Sebastián, 1959] por eso, yo que soy tan poco dado a la lectura de novela larga [411 páginas], decidí  reincidir en el autor nada más conocer el argumento de "Ávidas pretensiones": unas jornadas poéticas en un convento dejado de la mano de Dios en un pueblo de la España yerma y  profunda. Hay que tener orgullo torero y valor literario para encerrar una treintena de poetas de diversas  y diferentes tendencias,  edades,  géneros y catadura moral, y salir victorioso del empeño. Aramburu lo logra con creces y tira de sabiduría literaria, olfato crítico, agudeza de oído y mala leche verbal, para contarnos estas jornadas poéticas en  Casacristo. Desde la entrada en Morilla del Pinar del coche fúnebre conducido por Juanjo Changa no muy felizmente acompañado por Evangelina González, la Nivea, hasta la partida final del pobre y cobardica Tadeo Balboa en forzada compañía de Amalia Solórzano.  De todo hay en esta sátira desopilante, cruel y tierna a ratos, del mundillo poético. De la mala leche ya he hablado y hay bastante. Incluida la que late de cintura para abajo. Porque lo que se nos cuenta, más que unas jornadas de retiro espiritual para ahondar en la esencia del acto poético, parecen unas jornadas para ahondar en la gozosa pluralidad del acto erótico. Ya se sabe que el sexo es el motor que mueve al mundo. Y los poetas no son ángeles asexuados encerrados en torres de marfil. El autor incluye porcentaje de cuotas de mercado: tantos homosexuales, una pareja de lesbianas, algún catalán periférico, metafisicos de pro y realistas a pie de calle. Y un ciego sexagenario con lazarilla, no de Tormes sino  de Valladolid  y no tan inexperta como aparenta a nivel poético y lúbrico. Las jornadas son un puro disparate humorístico. Envidas, rencillas, dimes y diretes, setas escatológicas más que alucinógenas, bebida por un tubo, suicidios en perspectiva, amores interesados, desamores de tres al cuarto, mucha mano izquierda por parte del organizador de las jornadas José Manuel Agüero Lopetegui, Lope e incluso algún cadáver. La mala leche se complementa con mala baba y abundantes apuntes colaterales. Cada lector puede asignar a los poetas que integran esta troupe circense salida totalmente de tono el nombre de algún poeta conocido para darle más enjundia al asunto. Pues como afirma el autor en la observación que precede a la lista de poetas invitados: A fin de preservar su vida y la  integridad de sus modestos bienes, el autor ha tenido la cautela de asignar nombres ficticios a los actores de la presente crónica...El resto es del todo verdad. Lo cierto es que esta deliciosa farsa de la corte poética con sus venganzas, rencillas y rencores de mercadillo escolar es demoledora. Si quieres tener un enemigo para toda la vida, nada mejor que ser poeta y amigo de poetas. La enemistad florecerá por sí sola. Ni siquiera tendrás que cultivarla. Un poeta es un ego con piernas. Esta novela, crónica o divertimento es una demostración de la premisa anterior. Los diálogos son casticismo puro: Ya te dije que llegaríamos los primeros, igual que los criados. / Estupendo. Así tenemos tiempo para una felación. / Cáscatela solo. No somos pareja. El enhiesto surtido de sombra y sueño, llámese  ciprés, situado frente al convento también da bastante juego en estas aventuras y desventuras del rebaño lírico por tierras yermas. Es difícil perder la sonrisa, cuando no dejar de reír abiertamente, leyendo página tras página los eventos consuetudinarios que acontecen en el convento de las hermanas siervas de las sagradas espinas de Jesús. Son infinitos los momento de placer literario que depara "Ávidas pretensiones". Eso sí, puede que no sea apta para el gremio poético y deban abstenerse de leerla algunos poetas. Al menos lo que carecen de sentido del humor.

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