"Todo arrasado, todo quemado" [Seix Barral, 2010] es el primer libro de relatos de Wells Tower [Vancouver, 1973]. Llevo muchos años comprando libros y, al final, por encima de otras consideraciones, siempre me dejo guiar por la intuición. Sobre todo cuando se trata del primer libro de un autor desconocido. Compré "Todo arrasado, todo quemado" no porque en su contraportada M. Kakutani diga que Tower es un autor de increíble talento y que su prosa remite a Carver, Hemingway o Twain. Compré este libro de relatos porque me gustó su título, que es una excusa tan buena como otra para comprar un libro. Saber poner un título a un libro es un arte y al menos el cincuenta por ciento de su éxito. Posiblemente el relato que da titulo a la colección es el que menos me gusta de todos, a pesar de ser un relato impecable y brutal sobre vikingos. Y algo más. No. El fuerte de Wells Tower son los relatos largos e intensos sobre perdedores y desubicados que saben que los son, pero no quieren reconocerlo. Personajes que no saben qué demonios hacer con sus vidas, como el Bob Munroe de "La costa marrón" o ese triángulo platónico y tenso entre Burt, su padre Roger y su madrastra Lucy en "Ejecutores de energías importantes". O ese anciano octogenario que se va a vivir con su hija soltera y cuarentona en "El ojo tras la puerta". Los relatos de Tower son de una intensidad que duele. Deberían ser deprimentes, pero no lo son. El humor, el sarcasmo y la ironía nos distancian de los personajes a la vez que nos acercan a ellos; lo cual por paradójico que parezca se aproxima a la vida real. Se trata sólo de 9 relatos, pero uno tiene la impresión de que multiplican el espacio y el tiempo. El mundo que en ellos se refleja es aterrador y solitario; un mundo donde los sentimientos raramente son correspondidos. Es difícil elegir un solo relato, pero desde luego no se pierdan "En la feria". Una desoladora historia con abuso de menores y donde nadie sale demasiado bien parado. Como en la vida misma.
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