El domingo fui a ver "El puente de los espías" dirigida por Steven Spielberg [Cincinnati, 1946] No suelo ser un admirador de Spielberg. Siempre me ha parecido un director blando, de guión y de trucos de guión, un director vistoso y superficial, que busca ante todo el espectáculo, pero, eso sí, siempre eligiendo grandes temas que normalmente banaliza. El resultado es suelen ser películas irregulares. De todas las suyas que he visto guardo buen recuerdo de muy pocas y desde luego no creo que sean las más valoradas por sus admiradores incondicionales. "El color purpura" [1985]; "El imperio del sol" [1987]; "Inteligencia artificial" [2001]; "Munich" [2005] Creo que "El puente de los espías" es una de sus mejores películas. No sé si se debe en parte a la actuación de Tom Hanks, un actor que a mí no me suele gustar, pero que resulta muy eficaz en este papel de hombre firme, de abogado de seguros metido a negociador en la guerra fría. Lo cierto es que las dos horas veinte de "El puente de los espías" se pasan en un suspiro y que ni siquiera molestan esos pequeños detalles de guión en los cuales se apoya el director para pautar la acción. La paradoja de las dos monedas. El resfriado paulatino de los personajes en Berlín. Es la manera pausada de narrar de Spielberg, su magnífica dirección de actores, su portentosa recreación de aquellos años, a pesar de que en algunos momentos presintamos lo que va a ocurrir antes de que ocurra; la secuencia de los disparos en casa del abogado, lo que dota de cuerpo a esta película que aunque narra unos hechos reales, tiene la virtud de poder verse como si los personajes fuesen de ficción.
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