Acabo de ver "Brasserie romantic". Qué raro, una película belga. Una comedia belga, un drama belga, una película romántica belga del año 2012, que se estrena ahora en Alicante. Joder. Y encima en una sala de cine de 800 butacas y me he dado el gran lujo de ser el único espectador. Lujo de sábado por la tarde. Claro, la gente prefiere el tardeo y el petardeo. Para qué gastarte 8 euros en que te cuenten una historia en forma de comedia dramática o drama cómico si en la puta calle estás mejor con los amigos. Pues eso. Ustedes se lo pierden. Una actriz excepcional: Sara de Roo. Un guión inteligente. Una puesta en escena prodigiosa. 100 minutos que se pasan en un suspiro. Ni un solo disparo o persecución automovilística. Algún chiste pasablemente malo que intenta ser eso, un chiste pasablemente malo. El de los espermatozoides. Y todo para hablarnos de las segundas oportunidades en el amor. Yo nunca he creído en las segundas oportunidades, ni en el amor ni en la literatura ni en la vida real. Creer en las segundas oportunidades es como creer en el más allá. En esta película hay de todo un poco, parejas que creen en la segunda oportunidad aunque no la tengan, y parejas que sencillamente no tienen ni siquiera esa posibilidad. Hay gente que vive en el pasado y gente que vive más allá del pasado. El menú es suculento. El final no demasiado feliz, pero a quién le interesan los finales felices. La vida nunca tiene finales felices, pero los seres humanos creen en ellos con los ojos cerrados; quizás porque el amor es ciego. Esto de hilvanar tópicos se me da bien. Si han perdido la primera oportunidad de verla, por eso de ser paradójico, yo les recomendaría, que no dejen pasar la segunda oportunidad. Puede que en la cartelera aguante una semana entera.
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