miércoles, 8 de febrero de 2012

EL CAPITÁN SALIÓ A COMER Y LOS MARINEROS TOMARON EL BARCO, CHARLES BUKOWSKI



Charles Bukowski [Andermach, 1920-Los Angeles, 1994] me acompaña desde hace mucho tiempo. Mi hermano menor es un fan del autor nacido en Alemania y Bukowski es uno de los pocos autores que he ido leyendo a través de los años en libros prestados -a pesar de que soy uno de esos maniáticos que sólo leen aquello que compran. "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco", traducido por Roger Wolfe y reeditado en la colección Compactos de Anagrama en 2012 es el segundo libro de Bukowski que compro tras "Poemas de la última noche de la tierra [ Editorial DVD, 2004]. Y lo he comprado porque se trata de un diario y porque soy adicto a los diarios, sobre todo si son de escritores, y a la música de Paul Morrisey y a otras tantas cosas que no es cuestión de detallar. En estos diarios, escritos con la lucidez de la casi posteridad, aunque el autor siempre escribió más para sí mismo que para los demás, Bukowski es fiel a sí mismo y diría que incluso más fiel que nunca. Reflexiona y disecciona su decadencia con el sentido crítico de un entomólogo literario cínico y nihilista. Sus elucubraciones de septuagenario son como disparos a la cabeza del lector. Certeros disparos: "Un escritor no se debe más que a su escritura". Una obviedad, pero cuántos escritores de tres al cuarto de los que tanto publican actualmente se lo han planteado. "Con el dinero sólo hay dos problemas: tener demasiado o tener demasiado poco"; "La inmortalidad es un estúpido invento de los vivos"; "La mayoría de la gente no está preparada para la muerte, ni la suya ni la de nadie. Les sobresalta, les aterra"; "Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte"; "El dolor no crea la escritura, la crea un escritor"; "La escritura tiene algo que atrae a los farsantes"; "Cuando has leído una cierta cantidad de literatura decente, simplemente no hay más"; "La vida creativa de la mayoría de los escritores es corta. Oyen los aplausos y se los creen"; "La mayoría de la gente cae víctima del miedo. Temen tanto al fracaso que fracasan"....y así podríamos seguir, porque Bukowski es implacable con el gremio literario y con la realidad social y económica de la época; que parece no era muy distinta de la nuestra. Su análisis de aquellos años podría reutilizarse en este país nuestro que los políticos están terminando de apañar a su gusto y nosotros como borregos sumisamente adoctrinados en los templos del analfabetismo cultural lo acatamos. Palabras clarividentes las de este pasaje del diario de Bukowski: "Las cosas están peor de lo que el gobierno o la prensa quiere admitir. Los que siguen manteniéndose a flote dentro del sistema económico no quieren soltar prenda...Bueno, todavía me queda la pensión...pero eso podría acabarse también. Imaginaos a todos los viejos vagando por la calle sin sus pensiones. No descartéis la posibilidad. La deuda nacional podría hundirnos como un pulpo gigante. La gente acabaría durmiendo en los cementerios. Y al mismo tiempo, hay una costra de ricos que viven encima de la podredumbre. ¿No es asombroso? Hay gente que tiene tanto maldito dinero que ni siquiera sabe cuánto tiene...los ricos siguen ahí, ellos siempre han encontrado la manera de ordeñar al sistema". Se puede decir de otras maneras, pero no más claro.

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