Vuelve John Connolly [Dublín, 1968] con "Voces que susurran" [Tusquets] otra novela del detective Charlie Parker y esa entrañable pareja de asesinos gays que son Louis y Angel. No se emocionen los admiradores del detective, porque esta vez su participación en el desarrollo de la trama es menos trascendental que otras veces, pero eso no importa. Si las primeras obras de Connolly "Todo lo que muere "[2000], "El poder de las tinieblas" eran sobre todo novelas sobre Charlie Parker, novelas que giraban en torno a él, la que no ocupa es una novela sobre las entrañas de la podrida sociedad norteamericana. El suicidio de un soldado después del regreso de Iraq es el detonante de una trama que habla del tráfico de objetos arqueológicos. El personaje de Parker es el hilo conductor de una autopsia al cadáver putrefacto de un modelo de economía que nos está jodiendo la vida porque no nos queda más remedio que vivir/sobrevivir/ malvivir en ella. Lo importante es que John Connolly te coge por lo huevos en la primera página y no te suelta hasta la última. Los personajes son inolvidables, especialmente los malvados que nunca dejan de tener siempre sus razones: Jimmy Jewell, Herodes, Joel Tobias. Connolly es un insuperable maestro a la hora de crear personajes, a la hora de plantear los capítulos y resolverlos. Es capaz de hacernos ver el final del capítulo desde el principio del capítulo y aún así que no abandonemos su lectura porque lo que ansiamos es que la catarsis que nos ha insinuado en la primera línea se cumpla en el párrafo final. Cada novela de Connolly es como un acto de expiación. Leerlas nos redime de esta absurda realidad que nos rodea como el hedor de un cadáver en descomposición.
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