domingo, 21 de agosto de 2011

EL ARTE DE NO DECIR LA VERDAD ADAM SOBOCZYNSKI

Uno siempre miente, incluso cuando cree no mentir. Incluso cuando escribe un post como éste que habla del arte de fingir. Somos fingidores por naturaleza. Es el mensaje que se puede extraer de la lectura de "El arte de no decir la verdad" [Anagrama, 2011] escrito por Adam Soboczynski [1975, Polonia] Posiblemente. Y seguramente ninguna mentira queda libre de obtener su merecido. Como bien afirma el autor en una de las páginas "Nunca somos del todo nosotros mismos; la Creación, desde que caímos en el pecado original, es puro teatro". Lo del puro teatro me recuerda a Mina, la cantante. Los relatos de Soboczynski no se parecen a los de ningún otro. Enorme virtud en los tiempos que corren. He escrito que se trata de relatos. No sé, quizás mienta. Hay novelas que parecen libros de relatos y libros de relatos que se asemejan a novelas. Lo raro es que haya libros de relatos que parezcan ensayos a ratos y a ratos novela y a ratos no se parezcan a nada que uno haya leído hasta entonces. O sí. La relatividad del punto de vista del lector. O no. Lo cierto es que este arte de fingir la mentira o de no decir la verdad, o lo que sea es un exquisito y sofisticado artefacto literario al amparo de Oscar Wilde, Heimito von Doreder y especialmente Baltasar Gracián: "Tan importante es una lúcida retirada como un ataque esforzado"."Nunca pelees con quien nada tiene que perder". Los breves relatos, por llamarlos de algún modo, carecen casi de anécdota y destilan un humor demasiado inteligente para que se acerquen a ellos nuestros políticos. Cualquiera que lea este libro jamás podrá dedicarse a la política, aunque alguien podría considerar que está especialmente escrito pensando en ellos. En los políticos. Cada "relato"o cada capítulo, lo que a ustedes mejor les cuadre, es el planteamiento de un desafío que lleva implícito un malvado consejo de amigo para resolverlo. "Cómo rechazar consideradamente a las mujeres enamoradas", "Cómo fingir", "Cómo parecer auténtico", "Cómo mostrarnos moderadamente modestos", "Cómo aprovechar el momento oportuno", "Cómo saber encajar la derrota". Ya lo digo se podría pensar que está escrito para políticos novatos y para algunos recalcitrantes que no saben fingir las ganas que tienen de llegar al poder. Vayan por delante unas cuantas joyas del pensamiento profundo entresacadas a vuela pluma:" El pensamiento frío es la base de la inteligencia"; "La envidia no necesariamente provoca sufrimiento"; "La inseguridad fingida da más frutos que la seguridad absoluta en uno mismo"; "Una frase que circula de boca en boca ya no se puede defender"; "El arte de dosificarse es el arte de pensar en el objetivo final"; "Las ganas de confiarse sin tapujos a los demás son terriblemente perjudiciales"; "Uno vive siempre más aletargado en estado sobrio, y por eso la bebida es un vicio tan peligroso: despierta estados de ánimo que estaban adormecidos en nosotros"; "Las buenas maneras crean distancia entre las personas"; "Inteligente es aquél que es capaz de ocultar a tiempo su inteligencia". Y como para rematar la faena, el final del capítulo 32: "¿Qué es la vida? un campo minado./ ¿Y el fingimiento? La condición necesaria para nuestra ascensión./ ¿Y el amor? El más bello de los engaños". Son tres raciones de optimismo de una tacada. Un libro de relatos ensayados o de ensayos relatados escritos por un cínico sin remordimientos. Imprescindible leerlo después de haber visto la adaptación cinematográfica que Peter Glenville realizó de la novela "Los comediantes" de Graham Greene con Richard Burton y Elizabeth Taylord. Y por supuesto la inolvidable y maravillosa Lillian Gish.


1 comentario:

  1. hola.Me gustó mucho tu resumen. Tienes el ebook que me lo puedas facilitar

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