domingo, 11 de octubre de 2009

AGOTA KRISTOF

En tiempos de lecturas vacuas y recomendaciones estériles de los suplementos literarios hay que destacar la labor de la editorial El Aleph que viene recuperando la obra literaria de la escritora de nacionalidad húngara, pero afincada en Suiza y escritora en francés Agota Kristof [ 1935]. Tras haber publicado "Claus y Lucas", titulo que recoge la trilogía protagonizada por estos dos hermanos gemelos [ El gran cuaderno, 1986; La prueba, 1988; La tercera mentira, 1992] hace los propio con los relatos de "Ayer" [1995] y " No importa" [2005]. Reivindicar a Kristof es reivindicar la gran literatura. No la banalidad del best seller que no quieren vender las editoriales, sino la literatura que habla desde su verdad y habla de temas importantes con ironía y unas gotas de sarcasmo. Los personajes de Agota Kristof nunca son agradables; solamente son humanos. Sus miedos se reconocen en nuestros miedos, su egoísmo, su hipocresia y su maldad nos son cercanos. Nosotros somos ellos, devastadoramente ellos. Para Kristof el hombre es un lobo para el hombre. Su obra es breve y tardía, pero sabia. Nada sobra en su textos de capítulos cortsos y perturbadores. Va directa al grano y prescinde del sentimentalismo para que no empañe la verdad de los hechos. Ella no cree en las palabras pero, sin embargo, las utiliza como nadie. Cada vez que me pierdo en el laberinto de la realidad vuelvo a mi viejo ejemplar de "El gran cuaderno" y lo utilizo como antídoto contra los falsos sentimientos que la sociedad nos vende como buenos sentimientos. Hay que desconfiar de los sentimientos y de las palabras que los transmiten. Como ha escrito, agota Kristof :" A fuerza de repetidas, las palabras pierden poco a poco su significado y el dolor que nos producen se atenúa". Las obras de esta escritora de mirada dura e incisiva no pierden por mucho que las leas su significado y desde luego, el dolor que nos provocan no se atenúa. En eso consiste una obra de arte perdurable. Esperemos que pronto aparezca en español esa obra autobiográfica que con suprema ironía ella ha titulado "La analfabeta ".

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