jueves, 1 de noviembre de 2018

CARTA ASTRAL OSCAR NAVARRO


Lo primero que llama la atención no es el título del poemario sino la edad del autor. Publicar a cierta edad tiene sus riesgos. Que Oscar Navarro se haya atrevido a publicar a la edad en la que otros poetas comienzan a recopilar y publicar sus obras completas o casi, solo indica el respeto que el autor tiene por esa labor callada, solitaria, y metafísica que es la poesía. La poesía entendida como echar un vistazo al mundo y a las circunstancias que nos rodean. Nada que ver con la poesía como compulsivo desahogo sentimental o sentimentaloide preadolescente.  La espera ha merecido la pena. La poesía de Oscar Navarro tiene eso tan preciado y apreciado por los buenos lectores de poesía como es un estilo. Un estilo propio y apropiado.
Pero en poesía no todo es el estilo.
La poesía que es solo estilo acaba siendo nada.
Hay que tener también una mirada y algo que decir. Oscar Navarro posee ambas cosas: algo que decir y una mirada propia, como su estilo, que es fruto no solo de su experiencia vital sino de sus múltiples lecturas, lo que hace que “Carta astral” no solo sea un poemario sobre la experiencia vital  de un hombre inmerso en el río de la vida, sino también un poemario con un hondo y acendrado culturalismo que en ningún momento ahoga el curso del fluir de sus versos ni el  sereno ritmo de sus discurrir. La poesía de Oscar Navarro atesora una forma de mirar la vida y un mundo propio y original, que es lo que se le pide a  un  buen poeta; que no quiera repetir moldes ni seguir corrientes anquilosadas.
Dice David Sarrión Galdón que la poesía es un hombre lobo que se alimenta de sus propias heces. Lo que me lleva a otro pensamiento, este más ortodoxo, extraído “Asinara” la obra dramática de Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre. El poeta como un hombre lobo que se alimenta de los restos de su propia devastación, de sus sueños y de sus fracasos y el hombre como un lobo para sí mismo y para el resto de sus congéneres.  La idea de que la poesía nace de lo que llevamos dentro y queremos sacar fuera de nosotros porque si no la vida se nos haría todavía más intolerable e insoportable. Y la idea de que el hombre es un ser en conflicto consigo mismo y con el resto de sus congéneres y que vivir es un estado de lucha y crisis permanente. Toda poesía nace de ahí  de esta doble relación del hombre consigo mismo y con el resto del universo.  La poesía de Oscar Navarro va de lo intimo y personal a lo general y universal. O a la inversa. En alguna entrevista que ha dado he leído que, el noventa por ciento del poemario se sustenta sobre la invención de un personaje poético, pero eso no quita para que la verdad del poemario siga siendo la verdad del poeta que lo ha escrito, a pesar de que disperse su voz en cada poema, quizás por pudor o quizás como forma de tomar distancia con respecto a los hechos que relata. Aunque no se sabe si realmente lo dijo, estoy muy de acuerdo con aquel aserto de que “Madame –Bovary c ést moi”  atribuido a Gustav Flaubert.  O sea, que “Carta Astral” es Oscar Navarro, porque a poco que se analice el poemario uno encuentra en él la radiografía del pensamiento y la forma de estar y entender el mundo del poeta que lo ha escrito.
En un verso, Pedro Alberto Cruz dice: La vida es una mala imitación de la muerte, y en el primer poema del Carta Astral, Oscar escribe: Cerré los ojos y quedé dormido / como dormido. / Cerré los ojos y entonces la muerte./ Y en este punto habría que terminar / el poema, tendría que terminar / pero es literatura / donde morir no es seguro.  De un golpe es poeta nos arranca de la realidad y nos introduce en el territorio de las palabras, en el lugar donde todo es posible. Incluso lo imposible. Y lo imposible es el eterno retorno a lo posible. El poema se titula “Aries o el Renacimiento”, y  habla de la muerte, quizás de una muerte entendida como muerte espiritual, y también habla de un renacimiento, del renacimiento del poeta silente a la poesía que una vez abandonó: También ese turista con maleta de cola que retorna al antiguo idilio con su cuaderno de tapas flexibles. / No olvida. / No reniega. / Bebió de aquellas mismas copas donde navegaba / un jirón de nubes rojas, ardiendo por levante.
No, no voy a comentarles todo el poemario poema por poema, solo pretendo, dar unas pinceladas sobre lo que yo he intuido o he querido ver  e intuir en esta Carta Astral de Oscar Navarro. Y de paso resaltar dos o tres asuntos curiosos sobre este poemario. Una carta astral debería hablarnos del futuro, es un mapa natal que predice lo que nos va a ocurrir, pero Oscar Navarro, utiliza esta estratagema para hablarnos de lo que ya le ha pasado, de lo que le está pasando, porque el futuro, su futuro y el del resto de la humanidad, ya lo tiene claro hace mucho, mucho tiempo: Somos la hez, el final y el virus de la tierra / somos enfermedad  incurable / a menos que veamos la amputación como método de cura y solución definitiva para el desastre / y lo mejor es desaparecer / antes de que sea demasiado tarde.  En otro poema es todavía más contundente: La muerte llegará, sin duda alguna, / con cronometro y claqueta colgando de la mano…
Oscar Navarro nos propone un  juego, el juego de la vida y para ello se sirve de la estratagema, el diseño de una carta astral donde combina los doce signos zodiacales con once planetas y objetos menores. Con los 12 signos del zodiaco escribe doce poemas  más o menos extensos con un verso libre, amplio, que deja respirar al lector, con asociaciones e imágenes irracionales y un tratamiento del ritmo sincopado; mientras que con los once poemas dedicados a los planetas, el poema se abrevia, se concentra, se adensa, se torna esencia y claridad. Lo curioso es que Oscar  no se ciñe a la idea de Carta Astral con 12 signos y 11 planetas, sino a 12 signos y 10 planetas. No solo  prescinde de Plutón, que no es un planeta astronómico, sino que introduce a Quirón, que es un cometa, por Urano. Quirón el centauro inteligente y gran educador. Quiero pensar o interpretar, tal y como está escrito el poema, que el centauro un trasunto del padre muerto, figura que aparecen en otro poema sobre la enfermedad. Por tanto, no estamos ante una carta astral ortodoxa, sino ante el capricho de un poeta para engarzar su versos y estructurar su visión del mundo, que mucho me temo es lo más contraria a una carta astral, porque no creo que Oscar Navarro sea partidario de la predestinación del hombre, sino más bien de la libertad individual del ser humano. Con sus aciertos y sus errores. Con sus dudas y certezas. Y luego para ir a la cama, / solo preguntas. Y / luego, al despertar, / perplejidad / y miedo.
El miedo me parece otro gran tema de este poemario. Así lo atestigua “Géminis o la conciencia propia”. El único miedo que comprendo es el miedo al propio miedo. Parafraseando a Cortazar: todos los miedos el miedo.  El miedo a la vida. El miedo a perderlo todo, el miedo al fracaso. Y aquí nos encontramos con la figura de Ulises. Un “ulises” con minúsculas, genérico, anodino.  Y no sabemos si se trata del mítico Ulises homérico o ese otro Ulises moderno diseccionado con maestría por Joyce. Algo del Ulises del Joyce hay en la estructuración del poemario. Posiblemente Oscar utilice al personaje homérico - joyceano como símbolo del hombre perdido que se enfrenta al mundo  kafkiano armado tan solo con la antorcha de su miedo. La lucha de Ulises contra el tiempo. La lucha de Ulises por recuperar el tiempo perdido y todo lo que tenía antes de perderlo todo. Ulises es un  héroe infeliz, como todo ser humano, es un antihéroe. Como nos recuerda el pasaje de Polifemo, Ulises utilizará una treta que es un símbolo de su propia esencia como personaje. Vence a Polifemo haciéndose llamar Nadie y de este modo, puede ser cualquiera, cualquier ser humano, todos o ninguno: nadie. En el dédalo gris rosa que es mi cerebro / no es diferente al de los otros, no es diferente del tuyo tampoco / se esconde la imagen de un cuerpo / ulises; tu torso desnudo sin sombra de culpa, / desnudo y cubierto con gotas saladas después.  // Ulises, aquí Polifemo extrañándote. /
Creo que Oscar se ha esforzado y ha forzado la rígida estructura del poemario para darle un sentido conceptual a su visión del mundo, un sentido casi místico, estoico de eterno retorno, donde los acontecimientos siguen reglas de causalidad, donde hay un principio del tiempo y un fin del tiempo que genera otro principio, otro comienzo, repetido y semejante. Lo que nos lleva de Nietzsche y su Gaya Ciencia donde plantea que no solo los acontecimientos se repiten inexorablemente sino también los pensamientos, los sentimientos y las ideas. De ahí el planteamiento circularmente perfecto del poemario que acaba con La disolución:  Ahora me dirijo a quien sepa / escuchar y quiera leer. / Ahora descanso y cierro los ojos. Y que comienza con El renacimiento: Un día cerré los ojos / o tal vez / me los cerraron, como se apagan las luces y se cierra la puerta …
Esto nos lleva a Dios, o mejor a la ausencia del Dios.
Nos lleva a Platón y el mundo de las ideas: Porque no hay dos mundos en el mundo. Pero sobre todo nos lleva a imprecar directamente a Dios: Quiero agradecerte, Dios, que no existas. // Quiero darte las gracias, Dios, porque no eres necesario, / porque no hace falta que existas salvo cuando, / algunas noches, / miro al cielo y me pregunto por el extremo de esa oscuridad. // Quiero darte las gracias, Dios, o dios, o numen, o idea de lo inefable, o consuelo, o quimera salvífica y bella, o inexistencia, o atribución de todo bien y todo mal. // Gracias por estar no estando. Si me he detenido en seleccionar unos fragmentos de este, el último poema del libro, es porque a pesar del pesimismo que cruza los versos del poemario como un relámpago que ilumina un instante la existencia / inexistencia de este Ulises condenado de antemano a regresar al origen de su destino, al final queda un aliento de esperanza que es quizás lo único que separa al hombre del lobo.  Y es que todos estamos condenados a volver al origen. Ya como anuncia el poema dedicado a La luna: Dibujo circunferencias // me gustan las cosas redondas, // me gusta la suavidad de la curva: // Me gustan las cosas que son redondas, / como el cálido útero primero.  El útero el lugar del origen. 
Y la ausencia / presencia de Dios al final del poemario es contradictoria. Por eso, estimo que a pesar de renegar de Dios con la boca pequeña, el poemario está repleto de versos oraculares que son como plegarias,  oraciones  o cantos salmódicos que bordean hábilmente la frontera que separa la mística de la metafísica.
Y es que “Carta Astral” es un libro de poemas especular, que juega – ya he dicho antes que Oscar juega con el lector-, a doblar y desdoblar la realidad, a reflejarla de un poema a otro, invirtiendo o subvirtiendo a veces los significados y las imágenes que se van repitiendo a veces como pautas dramáticas. Por ejemplo, los niños coperos y las copas, las ciudades – Lisboa, Paris, Ginebra-, las referencias musicales- en especial  Olivier Messiaen-, los diamantes, el blanco…Incluso los títulos de los poemas tiene esa idea de duplicidad y el autor utiliza no solo el signo zodiacal  sino también lo que simboliza ese signo, por ejemplo; Cáncer, la familia; Piscis, la disolución; Capricornio, la sabiduría. Podría haber hecho eso mismo con los planetas que utiliza como contrapunto, pero no lo hace. Y es significativo ya que muchas veces los planetas simbolizan lo mismo que los signos del zodiaco. Por ejemplo: La luna simboliza la familia, Júpiter la sabiduría y la comprensión, Neptuno, la disolución. Y podría existir una clara correspondencia entre ambos, pero Oscar crea su propio horóscopo poético colocando los planetas o descolocándolos no donde armónicamente podría corresponder – por ejemplo Júpiter en Capricornio o la Luna en Cáncer-, sino donde percibe que mejor le funcionan las similitudes, las contradicciones y  las discrepancias que conllevan astros y signos. Tanto es así que el antihéroe Ulises acaba convirtiéndose en Polifemo: Porque / desconozco mucho, casi todo, / pero hace tanto que dejé de ser ulises / para devenir Polifemo…
“Carta Astral” es un poemario existencialista y antiexistencialista, que busca trascender la vida o la falta de vida a través de las palabras, de la palabra,  de la poesía, del poema,  porque el tiempo son palabras, son olores, son caricias, son palabras.  Pag. 29.  Estoy herido de literatura. / Tengo fe en que solo en la escritura puede hallarse el fármaco cuando la enfermedad no es conocida. / Estoy herido de letras…Pag. 37.  seguiré luchando y escribiendo y apostando / a la casilla más difícil, al número más raro. / Puedo perder, por supuesto, / porque apostar es señal / de que aún queda esperanza.  Pag 44.  Oscar apuesta por el poema, por la poesía, por la palabra como única fe, como única esperanza para perpetuar el posible sentido al absurdo de la vida: Quedarán las palabras / nombrando / todas las inspiraciones, / testificando, bellas, / la memoria. Pag. 45
La poesía como testimonio del tiempo de fluye. La poesía como única esperanza de eternidad. La eternidad lo único a lo que no puede aspirar el hombre, tan frágil , tan hecho de tiempo. Y si hasta ahora he hablado desde el poeta,  en ciertos poemas el poeta se abre a lo que le rodea, no solo a la familia, sino también a aspectos sociales, como la relación del hombre con la máquina o en como la vida rutinaria nos transforma o transmuta en seres sin sentimientos en robots. ..soy un robot que a veces sueña y tengo miedo. Un verso que remite directamente a Isaac Asimov, y sus “Sueños de robot”, donde se afirma que los robots no sueñan. Pero no quiero  ser exhaustivo y pretendo dejar algunos aspectos del poemario a su criterio para que ustedes los disfruten como yo he disfrutado de la lectura de Carta Astral.
Un poemario donde Oscar Navarro se permite el guiño de un heterónimo y donde podemos rastrear influencias aquí y allá, no solo en las citas sobre la felicidad  del epigrama 31 de Catulo que encabeza “Géminis, o la conciencia propia”, o la cita de Thoureau  sobre el tiempo y el retraso que preside “Leo, o la fuerza vital”, sino también en un sinfín de versos que son como agujas que se clavan en la memoria, como aforismos y, a veces, citas encubiertas o no de otros autores: Los niños / tendrían siempre que ser niños / o no ser. //  Pag. 15  Solo de  lo de adentro puedo proclamar que es mío. Pag 23. El tiempo no nos tiene en cuenta en su dibujo. Pag 24. El miedo me sirve para saber que aún estoy viva. Pag. 25.  …porque todo lo que tiene un nombre tiene también una flaqueza. Pag 25. …mi cuerpo es una isla lejana y sin arrugas Pag. 26. Que alude a unos versos de Odyseas Elytis  de Salmo XVII y XVIIi de la pasión: A tierra lejana y sin pecado / a Tierra lejana y sin arrugas.  Seguimos con los aforismos: La belleza transparente de la muerte, Pag. 28. Referencia a Javier Cercas en “La Velocidad de la luz”: Después de haber conocido la belleza transparente de la muerte. Más versos aforísticos: En la salvación estaba oculto su enemigo. Pag. 32. Todo es nada y vuelve después a empezar.  Pag 36. La poesía es el camino más seguro, más recto, / hacia la cordura. Pag. 37. …La vida no es un obsequio sino un préstamo. Pag 37. La mecánica de esta época se opone a la belleza. Pag. 38 Desear intensamente ser eterno. Pag. 46. …quedará por aquí polvo de estrellas, / memoria de la nada Pag. 46  Versos que reelaboran a Carl Sagan y aquella frase de que Estamos hechos de polvo de estrellas…y no hay nada más. Y un par más para terminar de completar esta visión de un poemario rico en recovecos, alianzas y conjeturas. Aunque nada es nunca para siempre y todo conduce siempre a la nada  Pag. 56  Solo acaba en victoria la batalla / que nunca se ha librado. Pag 57.
Oscar Navarro ha librado su batalla y ha escrito el poema, los poemas de esta “Carta Astral” que refleja con solvencia una visión propia y matizada de su forma de entender la vida y de estar en la vida.  Una poesía que aúna la perplejidad con la belleza, la conciencia de la propia mortalidad con la fe en la inmortalidad que quizás solo es posible en la poesía. Oscar Navarro es un poeta honesto, que escribe desde su verdad más honda, y que como Sísifo se pregunta ¿Cuánta mentira es capaz de sostener sobre su espalda el ánimo / elusivo de una sola persona honesta?  La respuesta está entre las páginas de esta “Carta Astral” que ustedes ya están tardando en ir a comprar en su librería más próxima. 

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