Lo primero que llama
la atención no es el título del poemario sino la edad del autor. Publicar a
cierta edad tiene sus riesgos. Que Oscar Navarro se haya atrevido a publicar a
la edad en la que otros poetas comienzan a recopilar y publicar sus obras
completas o casi, solo indica el respeto que el autor tiene por esa labor
callada, solitaria, y metafísica que es la poesía. La poesía entendida como
echar un vistazo al mundo y a las circunstancias que nos rodean. Nada que ver
con la poesía como compulsivo desahogo sentimental o sentimentaloide
preadolescente. La espera ha merecido la
pena. La poesía de Oscar Navarro tiene eso tan preciado y apreciado por los
buenos lectores de poesía como es un estilo. Un estilo propio y apropiado.
Pero en poesía no
todo es el estilo.
La poesía que es
solo estilo acaba siendo nada.
Hay que tener
también una mirada y algo que decir. Oscar Navarro posee ambas cosas: algo que
decir y una mirada propia, como su estilo, que es fruto no solo de su
experiencia vital sino de sus múltiples lecturas, lo que hace que “Carta
astral” no solo sea un poemario sobre la experiencia vital de un hombre inmerso en el río de la vida,
sino también un poemario con un hondo y acendrado culturalismo que en ningún
momento ahoga el curso del fluir de sus versos ni el sereno ritmo de sus discurrir. La poesía de
Oscar Navarro atesora una forma de mirar la vida y un mundo propio y original,
que es lo que se le pide a un buen poeta; que no quiera repetir moldes ni
seguir corrientes anquilosadas.
Dice David Sarrión
Galdón que la poesía es un hombre lobo
que se alimenta de sus propias heces. Lo que me lleva a otro pensamiento,
este más ortodoxo, extraído “Asinara” la obra dramática de Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre. El
poeta como un hombre lobo que se alimenta de los restos de su propia
devastación, de sus sueños y de sus fracasos y el hombre como un lobo para sí
mismo y para el resto de sus congéneres.
La idea de que la poesía nace de lo que llevamos dentro y queremos sacar
fuera de nosotros porque si no la vida se nos haría todavía más intolerable e insoportable.
Y la idea de que el hombre es un ser en conflicto consigo mismo y con el resto
de sus congéneres y que vivir es un estado de lucha y crisis permanente. Toda
poesía nace de ahí de esta doble
relación del hombre consigo mismo y con el resto del universo. La poesía de Oscar Navarro va de lo intimo y
personal a lo general y universal. O a la inversa. En alguna entrevista que ha dado
he leído que, el noventa por ciento del poemario se sustenta sobre la invención
de un personaje poético, pero eso no quita para que la verdad del poemario siga
siendo la verdad del poeta que lo ha escrito, a pesar de que disperse su voz en
cada poema, quizás por pudor o quizás como forma de tomar distancia con
respecto a los hechos que relata. Aunque no se sabe si realmente lo dijo, estoy
muy de acuerdo con aquel aserto de que “Madame –Bovary c ést moi” atribuido a Gustav Flaubert. O sea, que “Carta Astral” es Oscar Navarro,
porque a poco que se analice el poemario uno encuentra en él la radiografía del
pensamiento y la forma de estar y entender el mundo del poeta que lo ha
escrito.
En un verso, Pedro
Alberto Cruz dice: La vida es una mala
imitación de la muerte, y en el primer poema del Carta Astral, Oscar
escribe: Cerré los ojos y quedé dormido /
como dormido. / Cerré los ojos y entonces la muerte./ Y en este punto habría
que terminar / el poema, tendría que terminar / pero es literatura / donde
morir no es seguro. De un golpe es
poeta nos arranca de la realidad y nos introduce en el territorio de las
palabras, en el lugar donde todo es posible. Incluso lo imposible. Y lo
imposible es el eterno retorno a lo posible. El poema se titula “Aries o el
Renacimiento”, y habla de la muerte,
quizás de una muerte entendida como muerte espiritual, y también habla de un
renacimiento, del renacimiento del poeta silente a la poesía que una vez
abandonó: También ese turista con maleta
de cola que retorna al antiguo idilio con su cuaderno de tapas flexibles. / No
olvida. / No reniega. / Bebió de aquellas mismas copas donde navegaba / un
jirón de nubes rojas, ardiendo por levante.
No, no voy a
comentarles todo el poemario poema por poema, solo pretendo, dar unas
pinceladas sobre lo que yo he intuido o he querido ver e intuir en esta Carta Astral de Oscar
Navarro. Y de paso resaltar dos o tres asuntos curiosos sobre este poemario.
Una carta astral debería hablarnos del futuro, es un mapa natal que predice lo
que nos va a ocurrir, pero Oscar Navarro, utiliza esta estratagema para
hablarnos de lo que ya le ha pasado, de lo que le está pasando, porque el
futuro, su futuro y el del resto de la humanidad, ya lo tiene claro hace mucho,
mucho tiempo: Somos la hez, el final y el
virus de la tierra / somos enfermedad
incurable / a menos que veamos la amputación como método de cura y
solución definitiva para el desastre / y lo mejor es desaparecer / antes de que
sea demasiado tarde. En otro poema
es todavía más contundente: La muerte
llegará, sin duda alguna, / con cronometro y claqueta colgando de la mano…
Oscar Navarro nos
propone un juego, el juego de la vida y
para ello se sirve de la estratagema, el diseño de una carta astral donde
combina los doce signos zodiacales con once planetas y objetos menores. Con los
12 signos del zodiaco escribe doce poemas
más o menos extensos con un verso libre, amplio, que deja respirar al
lector, con asociaciones e imágenes irracionales y un tratamiento del ritmo
sincopado; mientras que con los once poemas dedicados a los planetas, el poema
se abrevia, se concentra, se adensa, se torna esencia y claridad. Lo curioso es
que Oscar no se ciñe a la idea de Carta
Astral con 12 signos y 11 planetas, sino a 12 signos y 10 planetas. No solo prescinde de Plutón, que no es un planeta
astronómico, sino que introduce a Quirón, que es un cometa, por Urano. Quirón
el centauro inteligente y gran educador. Quiero pensar o interpretar, tal y
como está escrito el poema, que el centauro un trasunto del padre muerto,
figura que aparecen en otro poema sobre la enfermedad. Por tanto, no estamos
ante una carta astral ortodoxa, sino ante el capricho de un poeta para engarzar
su versos y estructurar su visión del mundo, que mucho me temo es lo más
contraria a una carta astral, porque no creo que Oscar Navarro sea partidario
de la predestinación del hombre, sino más bien de la libertad individual del
ser humano. Con sus aciertos y sus errores. Con sus dudas y certezas. Y luego para ir a la cama, / solo preguntas.
Y / luego, al despertar, / perplejidad / y miedo.
El miedo me parece otro
gran tema de este poemario. Así lo atestigua “Géminis o la conciencia propia”. El único miedo que comprendo es el miedo al
propio miedo. Parafraseando a Cortazar: todos los miedos el miedo. El miedo a la vida. El miedo a perderlo todo,
el miedo al fracaso. Y aquí nos encontramos con la figura de Ulises. Un
“ulises” con minúsculas, genérico, anodino.
Y no sabemos si se trata del mítico Ulises homérico o ese otro Ulises
moderno diseccionado con maestría por Joyce. Algo del Ulises del Joyce hay en
la estructuración del poemario. Posiblemente Oscar utilice al personaje
homérico - joyceano como símbolo del hombre perdido que se enfrenta al
mundo kafkiano armado tan solo con la
antorcha de su miedo. La lucha de Ulises contra el tiempo. La lucha de Ulises
por recuperar el tiempo perdido y todo lo que tenía antes de perderlo todo. Ulises
es un héroe infeliz, como todo ser
humano, es un antihéroe. Como nos recuerda el pasaje de Polifemo, Ulises
utilizará una treta que es un símbolo de su propia esencia como personaje.
Vence a Polifemo haciéndose llamar Nadie y de este modo, puede ser cualquiera,
cualquier ser humano, todos o ninguno: nadie. En el dédalo gris rosa que es mi cerebro / no es diferente al de los
otros, no es diferente del tuyo tampoco / se esconde la imagen de un cuerpo /
ulises; tu torso desnudo sin sombra de culpa, / desnudo y cubierto con gotas
saladas después. // Ulises, aquí Polifemo
extrañándote. /
Creo que Oscar se ha
esforzado y ha forzado la rígida estructura del poemario para darle un sentido
conceptual a su visión del mundo, un sentido casi místico, estoico de eterno
retorno, donde los acontecimientos siguen reglas de causalidad, donde hay un
principio del tiempo y un fin del tiempo que genera otro principio, otro
comienzo, repetido y semejante. Lo que nos lleva de Nietzsche y su Gaya Ciencia
donde plantea que no solo los acontecimientos se repiten inexorablemente sino
también los pensamientos, los sentimientos y las ideas. De ahí el planteamiento
circularmente perfecto del poemario que acaba con La disolución: Ahora
me dirijo a quien sepa / escuchar y quiera leer. / Ahora descanso y cierro los
ojos. Y que comienza con El renacimiento: Un día cerré los ojos / o tal vez / me los cerraron, como se apagan las
luces y se cierra la puerta …
Esto nos lleva a
Dios, o mejor a la ausencia del Dios.
Nos lleva a Platón y
el mundo de las ideas: Porque no hay dos
mundos en el mundo. Pero sobre todo nos lleva a imprecar directamente a
Dios: Quiero agradecerte, Dios, que no
existas. // Quiero darte las gracias, Dios, porque no eres necesario, / porque
no hace falta que existas salvo cuando, / algunas noches, / miro al cielo y me
pregunto por el extremo de esa oscuridad. // Quiero darte las gracias, Dios, o
dios, o numen, o idea de lo inefable, o consuelo, o quimera salvífica y bella,
o inexistencia, o atribución de todo bien y todo mal. // Gracias por estar no
estando. Si me he detenido en seleccionar unos fragmentos de este, el último
poema del libro, es porque a pesar del pesimismo que cruza los versos del
poemario como un relámpago que ilumina un instante la existencia / inexistencia
de este Ulises condenado de antemano a regresar al origen de su destino, al
final queda un aliento de esperanza que es quizás lo único que separa al hombre
del lobo. Y es que todos estamos
condenados a volver al origen. Ya como anuncia el poema dedicado a La luna: Dibujo circunferencias // me gustan las
cosas redondas, // me gusta la suavidad de la curva: // Me gustan las cosas que
son redondas, / como el cálido útero primero.
El útero el lugar del origen.
Y la ausencia /
presencia de Dios al final del poemario es contradictoria. Por eso, estimo que
a pesar de renegar de Dios con la boca pequeña, el poemario está repleto de
versos oraculares que son como plegarias, oraciones o cantos salmódicos que bordean hábilmente la
frontera que separa la mística de la metafísica.
Y es que “Carta
Astral” es un libro de poemas especular, que juega – ya he dicho antes que Oscar
juega con el lector-, a doblar y desdoblar la realidad, a reflejarla de un
poema a otro, invirtiendo o subvirtiendo a veces los significados y las
imágenes que se van repitiendo a veces como pautas dramáticas. Por ejemplo, los
niños coperos y las copas, las ciudades – Lisboa, Paris, Ginebra-, las
referencias musicales- en especial
Olivier Messiaen-, los diamantes, el blanco…Incluso los títulos de los
poemas tiene esa idea de duplicidad y el autor utiliza no solo el signo
zodiacal sino también lo que simboliza
ese signo, por ejemplo; Cáncer, la familia; Piscis, la disolución; Capricornio,
la sabiduría. Podría haber hecho eso mismo con los planetas que utiliza como
contrapunto, pero no lo hace. Y es significativo ya que muchas veces los planetas
simbolizan lo mismo que los signos del zodiaco. Por ejemplo: La luna simboliza
la familia, Júpiter la sabiduría y la comprensión, Neptuno, la disolución. Y
podría existir una clara correspondencia entre ambos, pero Oscar crea su propio
horóscopo poético colocando los planetas o descolocándolos no donde
armónicamente podría corresponder – por ejemplo Júpiter en Capricornio o la
Luna en Cáncer-, sino donde percibe que mejor le funcionan las similitudes, las
contradicciones y las discrepancias que
conllevan astros y signos. Tanto es así que el antihéroe Ulises acaba
convirtiéndose en Polifemo: Porque /
desconozco mucho, casi todo, / pero hace tanto que dejé de ser ulises / para
devenir Polifemo…
“Carta Astral” es un
poemario existencialista y antiexistencialista, que busca trascender la vida o
la falta de vida a través de las palabras, de la palabra, de la poesía, del poema, porque
el tiempo son palabras, son olores, son caricias, son palabras. Pag. 29.
Estoy herido de literatura. / Tengo
fe en que solo en la escritura puede hallarse el fármaco cuando la enfermedad
no es conocida. / Estoy herido de letras…Pag. 37. seguiré
luchando y escribiendo y apostando / a la casilla más difícil, al número más
raro. / Puedo perder, por supuesto, / porque apostar es señal / de que aún
queda esperanza. Pag 44. Oscar
apuesta por el poema, por la poesía, por la palabra como única fe, como única
esperanza para perpetuar el posible sentido al absurdo de la vida: Quedarán las palabras / nombrando / todas
las inspiraciones, / testificando, bellas, / la memoria. Pag. 45
La poesía como
testimonio del tiempo de fluye. La poesía como única esperanza de eternidad. La
eternidad lo único a lo que no puede aspirar el hombre, tan frágil , tan hecho
de tiempo. Y si hasta ahora he hablado desde el poeta, en ciertos poemas el poeta se abre a lo que le
rodea, no solo a la familia, sino también a aspectos sociales, como la relación
del hombre con la máquina o en como la vida rutinaria nos transforma o
transmuta en seres sin sentimientos en robots. ..soy un robot que a veces sueña y tengo miedo. Un verso que remite
directamente a Isaac Asimov, y sus “Sueños de robot”, donde se afirma que los
robots no sueñan. Pero no quiero ser
exhaustivo y pretendo dejar algunos aspectos del poemario a su criterio para
que ustedes los disfruten como yo he disfrutado de la lectura de Carta Astral.
Un poemario donde
Oscar Navarro se permite el guiño de un heterónimo y donde podemos rastrear
influencias aquí y allá, no solo en las citas sobre la felicidad del epigrama 31 de Catulo que encabeza “Géminis,
o la conciencia propia”, o la cita de Thoureau
sobre el tiempo y el retraso que preside “Leo, o la fuerza vital”, sino
también en un sinfín de versos que son como agujas que se clavan en la memoria,
como aforismos y, a veces, citas encubiertas o no de otros autores: Los niños / tendrían siempre que ser niños /
o no ser. // Pag. 15 Solo
de lo de adentro puedo proclamar que es
mío. Pag 23. El tiempo no nos tiene
en cuenta en su dibujo. Pag 24. El
miedo me sirve para saber que aún estoy viva. Pag. 25. …porque
todo lo que tiene un nombre tiene también una flaqueza. Pag 25. …mi cuerpo es una isla lejana y sin arrugas Pag.
26. Que alude a unos versos de Odyseas Elytis
de Salmo XVII y XVIIi de la pasión: A
tierra lejana y sin pecado / a Tierra lejana y sin arrugas. Seguimos con los aforismos: La belleza transparente de la muerte, Pag.
28. Referencia a Javier Cercas en “La Velocidad de la luz”: Después de haber conocido la belleza
transparente de la muerte. Más versos aforísticos: En la salvación estaba oculto su enemigo. Pag. 32. Todo es nada y vuelve después a empezar. Pag 36. La poesía es el camino más seguro, más recto, / hacia la cordura. Pag.
37. …La vida no es un obsequio sino un
préstamo. Pag 37. La mecánica de esta
época se opone a la belleza. Pag. 38 Desear
intensamente ser eterno. Pag. 46. …quedará
por aquí polvo de estrellas, / memoria de la nada Pag. 46 Versos que reelaboran a Carl Sagan y aquella
frase de que Estamos hechos de polvo de
estrellas…y no hay nada más. Y un par más para terminar de completar esta
visión de un poemario rico en recovecos, alianzas y conjeturas. Aunque nada es nunca para siempre y todo
conduce siempre a la nada Pag.
56 Solo
acaba en victoria la batalla / que nunca se ha librado. Pag 57.
Oscar Navarro ha librado
su batalla y ha escrito el poema, los poemas de esta “Carta Astral” que refleja
con solvencia una visión propia y matizada de su forma de entender la vida y de
estar en la vida. Una poesía que aúna la
perplejidad con la belleza, la conciencia de la propia mortalidad con la fe en
la inmortalidad que quizás solo es posible en la poesía. Oscar Navarro es un
poeta honesto, que escribe desde su verdad más honda, y que como Sísifo se
pregunta ¿Cuánta mentira es capaz de
sostener sobre su espalda el ánimo / elusivo de una sola persona honesta? La respuesta está entre las páginas de esta
“Carta Astral” que ustedes ya están tardando en ir a comprar en su librería más
próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario