Voy a correr el riesgo de afirmar que me lo he pasado muy bien, en grande, viendo "La modista" de Jocelyn Moorhouse. Casi todas las críticas que he leído sobre la película son negativas, mucho; pero a mí se me antoja una estupenda película, rara, bizarra, a contracorriente, con grandes momentos de humor surrealista y de sarcasmo. Si afirmará que es una comedia desmadrada mentiría a medias.También lo haría si dijese que es una comedia romántica. Si afirmará que es un drama o un film noir también mentiría. Si dijese que tiene estructura de western pero resolución de melodrama mentiría en parte. Porque "La modista" es un film híbrido. Su estructura va por un lado, su argumento va por otro y su desarrollo visual por otro. Encajar todas las piezas era difícil y posiblemente la directora no ha logrado equilibrar los planteamientos, pero el resultado es fascinante. Y puede que el tiempo la convierta en una rareza cinematográfica con seguidores que la redescubrirán en cada nuevo visionado Tiene un excelente reparto. Y no me refiero solo a Kate Winslet y a mi admirada Judy Davis desde [Pasaje a la India, 1984] sino también a Liam Hemsworth y al resto de secundarios, especialmente a Hugo Weaving, en su delicioso papel de inspector de policía con tendencia al travestimo, papel que podría caer en lo patético, pero que salva con una dignidad asombrosa, en una especie de redefinición del personaje que interpretó en "Priscila, reina del desierto" [1994]. Tenemos una pequeña localidad australiana donde Dungatar, donde regresa Tilly Dunnage, maquina de coser en mano, para recordar un crimen que parece ser que se le imputa y del que no recuerda nada y al mismo tiempo ejecutar una venganza por haber sido expulsada del pueblo. El argumento recuerda a otra película no muy apreciada por la crítica, pero que a mí también me gusta mucho "La visita del rencor" [1964] basada en una obra de Dürrenmatt y con la enorme Ingrid Bergman regresando al pueblo para ejecutar su venganza. La entrada de Winslet en el desolado pueblo tiene todos los ingredientes de un western, pero lo que sigue adopta los aires de un drama familiar con madre soltera alcohólica en un pueblo hipócrita y maldiciente donde la mayoría de sus personajes parecen salidos de una película de dibujos animados: la madre del niño asesinado obsesionada por la limpieza y a quien su marido infiel droga para poder tirársela, el farmacéutico con que camina inclinado en ángulo recto y que maltrata a su esposa, la hija de los tenderos empeñada en cazar la hijo de la familia bien, el policía que diseña vestidos para ponérselos, la maestra de escuela sádica y con tendencias pedófilas. Un pueblo con pretensiones. El tratamiento de los personajes es más esperpéntico que las situaciones. Posiblemente Valle Inclán hubiera estado encantado con estos personajes prototípicos. Incluido el del joven guapo y romántico del que se enamora la protagonista y que en un momento dado de la trama, da un giro dramático al asunto realizando una de esas acciones estúpidas que todos los hombres estúpidos que admiran a superman y se creen inmortales llevan en los genes. Si la película hubiera acabado con la pareja bebiendo champán en lo alto del silo y planeando escapar del pueblo con la madre y el hermano retrasado mental, la película no será la misma. Pero por suerte, nos queda media hora más. La película atesora momentos impagables. Ese homenaje a Gilda en el partido de Rugby, la visita al cine para ver "El crepúsculo de los dioses"; las referencias a Macbeth, al teatro, al blues, -música para suicidarse-, y a los musicales. Algunas de las replícas de Judy Davis son impagables - Además de asesina, lesbiana-, dice sobre su hija. Pero sobre todo hay momentos visuales que se quedan agarrados a la retina. Destaca ese humor negro visual que en algunos momentos bordea el ridículo; el grupo de teatro viajando en autobús vestidos con vestuario de la corte del Rey Sol. Pero si somos capaces de ver películas tan delirantes y a ratos cargantes como la última de Sacha Baron Cohen, simple acumulación de gags pasados de rosca, cuando estos mismos gags se insertan en una arquitectura más sólida y rompen las expectativas del espectador, entonces miramos hacia otro lado. Siempre han existido esté tipo de películas raras y bizarras, no hay más que recordar a Robert Aldrich y "Qué fue de baby Jane?" [1962], John Waters y "Los asesinatos de mamá" [1994] o Robert Altman y películas como "Popeye" [1980] , " Una boda" [1978] o "Volar es para los pájaros" [1970]. La modista es una película bíblica, una especie de Sodoma y Gomorra australiana con un final a la altura de estas ciudades. Es divertida y abundan los pecados capitales, incluidos varios asesinatos domésticos. Si les gusta el humor desenfadado y la critica moderada a la hipocresía social imperante en cualquier sociedad que se forme a partir de dos familias o más, yo no me la perdería.
domingo, 27 de marzo de 2016
sábado, 19 de marzo de 2016
LA HABITACIÓN, LENNY ABRAHAMSON
¿Qué es la habitación? Eso debería preguntarse uno al salir del cine, pero poca gente lo hará. Como mucho se pensará que su primera parte es una obra maestra del cine de terror psicológico, donde no sucediendo nada espeluznante, todo es horror en estado puro, cotidiano, silencioso y por lo tanto más difícil de clasificar; y su segunda parte, más convencional, un drama familiar. Pero siendo así, yo creo que el mayor horror no está en la primera parte sino en la segunda: en el drama. La primer parte nos muestra la adaptación de una adolescente secuestrada, retenida y violada por su secuestrador y el fruto de esta relación, un hijo de cinco años. En esta parte la situación malsana es tan cotidiana que apenas hay grietas para que asome el miedo viscoso y el asco moral que debería producirnos la situación de esta chica y su hijo. Dentro de sus limitaciones han construido un mundo a su medida para poder sobrevivir al espanto de la lóbrega realidad. Un mundo fantástico, pero a la vez perfectamente real. Uno puede emocionarse viendo al niño dándole los buenos días a los objetos cotidianos que le rodean como si tuvieran vida propia. El mundo puede ser un lugar muy grande o muy pequeño, depende de nosotros. Los objetos reales adquieren una presencia considerable: las sillas, la mesa, el lavabo, la planta. Incluso los objeto irreales la adquieren, ese perro que el niño imagina que tiene. Una vez que salen del encierro el peso de los objetos y de la fantasía es menor. Aquí en horror se concentra en las personas, en las relaciones humanas; en los traumas, en las frustraciones, en la culpa, en los remordimientos y en los prejuicios. Ese abuelo que no acepta a su nieto porque es fruto del estupro. La propia protagonista que afirma que el niño es tan solo hijo suyo, negando la posibilidad de que su secuestrador haya intervenido en su concepción. Los reproches de la hija a la madre por haberla educado para que fuera amable con los desconocidos. O ese momento terrible de la entrevista en televisión en el cual la entrevistadora le echa en cara a la protagonista que hubiera sido tan egoísta que no hubieses en su hijos y pedido al secuestrador que abandonase al recién nacido en cualquier parte para que fuese criado en libertad y evitarle el sufriendo de esos cinco años de reclusión. La habitación habla de asuntos muy serios de una forma compleja, contándonos una historia y no dándonos un sermón; es un cuento moral sin moralina: el monstruo de Frankestein y la niña junto al río; la inocencia profanada. Cine sobre la oscuridad del alma del ser humano. No solo la del monstruo que es el secuestrador, sino la de la adolescente que es secuestrada. Por eso no importa nada que el secuestrador sea o no capturado o que sepamos más detalles sobre su biografía. Él no es importante, lo que importa es la devastación interior de la adolescente, el abismo al que la arroja. Simplemente una gran película.
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