lunes, 17 de abril de 2017

MÁS ALEMÁN QUE HITLER GUILLERMO FADANELLI


Algunos libros se deberían vender con una faja que indique algo así como "Solo apto para lectores insensibles".  "Más alemán que Hitler" de Guillermo Fadanelli, publicado por la editorial Cal y arena en 2001, es uno de ellos. Solo apto para lectores insensibles, aunque los lectores insensibles siempre son los más sensibles y los más críticos. Literariamente. Yo suelo ser bastante insensible, pero aún así este libro de relatos me ha perturbado considerablemente. Perturbación moral y literaria, se entiende. Hay que aprender a leer obviando el tema. Este libro contiene un tipo de tristeza residual que como ciertas enfermedades de transmisión sexual resulta difícil de erradicar. Son catorce relatos breves que te empujan contra las paredes de tu zona de confort y que te golpean donde la piel se te ha endurecido y encallecido. Estos relatos duelen porque están escritos desde una visión nihilista del mundo. Algunos confundiendo fondo y forma, voz y mensaje, dirían que incluso machista. Se habla  del sexo como aniquilación o dominación. Se habla del dolor de la vida como pérdida y fracaso, entrega y limitación. A ciertos lectores quizás se les indigeste la crudeza del lenguaje con el que están escritos. Como si estuvieran escritos con sangre y esperma, vitriolo e ironía. Pueden que algunos no capten la ironía y se queden en la crudeza del lenguaje. "Si me acosté con ella fue por equivocación", comienza uno de los relatos. Más adelante afirma: "Era fea como un escupitajo, pero muy elegante". Viva lo políticamente correcto. Algun lector se rasgará las vestiduras, pero quién crea buena literatura ateniéndose a lo políticamente correcto. Pues eso. Y un poco después culmina: "...fue ella la que me arrebató los pantalones y comenzó a propinarme unos cariñosos mordiscos en la verga, tan dura como sus piernas morenas." Es un cuento que habla sobre una simple confusión. Casi un chiste comparado con otros que hablan de por ejemplo de un marido que se acuesta con el cadáver de sus esposa, de dos medio hermanos que se acuestan juntos  o de una adolescente huérfana sorprendida mientras practica sexo en los baños del colegio.  Algunos de los relatos son delirantes, como por ejemplo "Me llamo Urbana". Un relato sobre herencias morales y culpa donde el humor encubre en parte lo abyecto de aquello que se nos cuenta. La elección -entre fray Luis de León y Pierre Louÿs-, de la cita del anuncio en el periódico para elegir dama de compañía para un familiar que es un despojos humano desde que nació y que recuerda en cierto modo al soldado mutilado de "Johnny cogió su fusil" de Dalton Trumbo, pero con el don de la palabra es impagable.  Pero además "Más alemán que Hitler" posee otra virtudes. La Virtud de no tomarnos por lectores estúpidos y ofrecernos la frase exacta y el aforismo adecuado:  "Los estúpidos se entienden bien entre ellos, no cabe duda, y si se entienden a la perfección es que son más estúpidos todavía". Si no les he animado a la lectura compulsiva de estos relatos poco aptos para mentes sensibles, beatas y bienpensantes, aquí les dejo las primeras líneas del primer relato, que da muy bien el tono medio del libro y es toda una declaración de principios: "Hay una infeliz durmiendo plácidamente en mi recámara. No se trata de una extraña, sino de una mujer que ha vivido conmigo los últimos dos años de mi vida." Lo que viene después les está esperando en este libro publicado en 2001, pero cuya vigencia no ha decaído.

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