sábado, 8 de febrero de 2014

ADICCIONES / PHILIP SEYMOUR HOFFMAN


La mayoría de la gente tiene sus adicciones. Solo que unas son más peligrosas que otras. Beber es una adicción, el sexo compulsivo es una adicción, la televisión basura es una adicción,  drogarse es una adicción, fumar es una adicción, ver películas interpretadas por Philip Seymour Hoffman  [ 1967, Faiport- 2014 Nueva York ] también es una adicción. Únicamente que unas adicciones son más peligrosas que otras. Seymour Hoffman acaba de morir víctima de su adicción. Era una adicción íntima, quizá insensata, pero era la suya, la que él habita elegido para sobrellevar el dolor de su vida.Se levantan las campanas al vuelo. Por quien doblan las campanas. Doblan por él, pero también como dice el poema, doblan por mí. Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra. Yo también tengo mis adicciones. Casi todas menos peligrosas, aunque alguna de riesgo. Siento la muerte de este inmenso actor. Algo más que un simple actor secundario. Repaso la lista de películas suyas que he visto a lo largo de estos años: Boogie Nights [ 1997] ; El gran Lewoski [1998]; Happiness [1998]; Magnolia [1999]; El talento de Mr Ripley [1999] una versión  irrelevante dirigida por A. Minghella, sobre la maravillosa novela de Patricia Highsmith, cuando ya existía una adaptación mucho más interesante dirigida por Rene Clement en 1960 "A pleno sol" con Alain Delon; Casi famosos [2000]; Dragón Rojo [2003]; Cold Mountain [2003]; Capote [2005]; Misión Imposible III [2006]; Las idus de marzo [2011] y El último concierto [2013]. Me quedé con las ganas de ver "The master" [2012] Un actor camaleonico, seria la forma de definirlo. Poco importa ya. Uno es lo que hace mientras vive y cómo se le recuerda tras su muerte. Hasta aquí hemos llegado.  Me sobras las plañideras periodísticas de los últimos días. Las adicciones son una parte de la vida. Peligrosas, pero qué es vivir sino un constante morir minuto a minuto.Quizá los artistas -actores, cantantes, escritores- sean más propensos a las adicciones peligrosas porque para ellos la vida es más insoportable. Y no se trata de eso que se llama tener una sensibilidad especial, sino más bien de ver la vida desde el borde del abismo; desde el privilegiado lugar del desahuciado que no lo parece. Ni pena ni lástima. La mejor manera de honrar al actor es volver a ver sus interpretaciones porque en ellas puso lo mejor de sí mismo, el dolor lo guardó para él, para la intimidad. La moralidad no entra en estas líneas.

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