miércoles, 28 de agosto de 2013

LA MEJOR OFERTA GIUSEPPE TORNATORE


No soy un devoto seguidor del cine de Giuseppe Tornatore [Bagheria, 1956]  No lo soy desde que vi la blanda y sentimental, Cinema Paradiso [1987] Me había prometido no volver a ver ninguna película suya, incluso si me  apetecía mucho verla, como fue el caso de Una pura formalidad [1994] pero en este miércoles de agosto he cedido a la tentación de acercarme a ver La mejor oferta. Para no ser un devoto de Tornatore la película me ha gustado bastante. No es cursi ni sentimental ni grandilocuente. Y eso que es una historia de amor con intriga. Bueno lo de la intriga es mucho decir. Quien haya visto mucho cine o sea un desconfiado  por naturaleza, y yo lo soy, puede desenredar la madeja del asunto a partir del primer tercio de la película. Pero es que esa previsibilidad de la trama no va en contra del film sino a favor. Casi queremos gritarle al protagonista que se está equivocando, que se está enamorando de la mujer fatal, de una fantasía que solo existe para él. Pero no podemos y asistimos con majestuosa lentitud y parsimonia al proceso de humanización y autodestrucción  de un personaje engañado como un pelele. Lo previsible no resta opulencia ni legitimidad a la narración. Los actores se acoplan a sus papeles como los guantes que Geoffrey Rush utiliza constantemente. Hay un mecano antiguo que sirve de McGuffinn al estilo de Hitchcok y una concepción del amor como obra de arte inimitable y del matrimonio como la mejor oferta. Se juega con la verdad y la mentira, con el original y la copia, con la imitación de los sentimientos.  El final no es tan desolador como pueda parecernos. Como se  nos dice en un  momento de la película, en toda imitación el imitador pone algo suyo, deja una parte verdadera de sí mismo. En toda copia hay algo de la verdad del artista que la ha copiado. Ese final con Virgil Oldman esperando en el café de Viena que ha mencionado la mujer de la que sigue enamorado a pesar de todo es toda una declaración de principios. Ignoro si La mejor oferta es la mejor oferta cinematográfica del verano, pero desde luego es una de las más estimulantes. Al menos te obliga a pensar y no implica que tengas el cerebro hecho puré. 

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