sábado, 27 de marzo de 2010

PAUL AUSTER, INVISIBLE



No me queda más remedio que volver a hablar de un libro de Anagrama; una de las pocas editoriales de este país nuestro que publica literatura en lugar de litebasura. El "palabro" lo acabo de inventar, pero estoy un poco harto de quemarme los ojos en las mesas de novedades sin encontrar casi nada que merezca la pena. "Invisible [2009] del atormentado Paul Auster [Newark, New Jersey, 1947] es una excepción. Auster es un autor que inquieta. Hay algo perturbador en su mirada y en su literatura. En su manera de mirar y en su forma de escribir. Escribe tan bien que se diría que escribe respirando. El ritmo de su respiración es el de su literatura. "Invisible" no es una excepción. Perturba desde la primera página y está escrita con tanta precisión y con un sentido tan perfecto de cómo contar una historia, que al lector le gustaría que se prolongase unas cuantas páginas más. Hay pesadillas de las que uno no querría escapar. Ésta es una de ellas. La vida de Adam Walker es una pesadilla contada sin que lo parezca. Tanto su protagonista como el resto de los personajes, entre ellos, el inefable Ruldolf Born, son personajes con aristas, sibilinos y complejos. Nadie es completamente lo que parece ser ni lo que desea ser ni lo que aparenta ser. Nadie es como es. Paul Auster desasosiega al lector construyendo toda la novela partiendo de una estructura de cambios de planos y perspectivas. El narrador de la historia cambia varias veces a lo largo de sus páginas y con cada cambio de punto de vista nuestra visión sobre los distintos personajes se modifica. No hay una verdad sino múltiples verdades relativas. No hay tabla de salvación a la que agarrarse. Somos nosotros quienes tenemos que reescribir la historia eligiendo cuales son los posibles matices de cada personajes. La verdad es solo una parte de la verdad. Una mínima parte de la verdad. El tiempo como de costumbre es el traidor de la historia. La parte erótica de la historia seduce. Estamos ante una novela erótica sobre el mal o ante una novela filosófica sobre el deseo y el hechizo del mal. Uno no sabe qué carta jugar. Y mientras nos cuentan sus vidas los protagonistas de "Invisible" reflexionan: "Los acontecimientos que cambian la vida exigen un testigo"; "La compasión es un sentimiento abominable, sin valor; habría que embotellarlo y reservarlo para uno mismo"; "El verdadero amor es cuando sientes tanto placer al darlo como al recibirlo"; " Le encanta follar. Aún en las garras de la más agobiante desesperación, joder lo vuelve loco. El folleteo es el dios y el redentor, la única salvación en la tierra". Para acabar apuntar simplemente que esta novela me ha devuelto un eco de mi pasado literario. En un momento dado se alude a la traducción que una de las protagonistas, Cecile , está realizando de un desconocido poeta antiguo "Licofrón, el oscuro". Poeta que casi nadie ha leído y a quién yo dediqué en el ya lejano 1997 un poema en mi poemario "Quedan las palabras". Quizás sea una oportunidad para rescatar el poema: "A Licofón, el oscuro (325-250 A.C) " Cuenta Ovidio en su destierro,/ preso del rencor o de la envidia, / cómo se clavó en tu pecho una saeta/ y fulminó de golpe tu prestancia.//Poeta trágico de Calcis, / cantor en versos yámbicos/ de los jardines de Alejandría/ y de las profecías de Casandra. //Reverbera el sol en las columnas/ y un ibis sagrado en el estanque/ espera, majestuoso, que decline el día. Que una novela nos devuelva un instante de nuestro pasado es uno de los milagros de la literatura.

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