La muerte de José Viñals [Corralito, Córdoba, Argentina, 1930- Málaga 2009] a principios de diciembre me pilló con el pie cambiado. Desde entonces he querido escribir unas líneas sobre él, pero por hache o por be no me ha sido posible hasta hoy. Sólo unas palabras para dejar constancia de que la poesía puede ser luminosa y tierna, pero también revolucionaria y concienciada. Viñals es uno de los escasos poetas importantes que he conocido personalmente aunque fuese por unas horas. Coincidimos en el aula de poesía José Luis Sampedro de Aranjuez que dirigía por entonces Juan Carlos Rodríguez Burdalo. Viñals iba de invitado y yo como ganador del premio de poesía que convocaba el aula. Viñals se mostró en todo momento acogedor y cercano, tuvo la amabilidad de regalarme un ejemplar dedicado de "Transfiguraciones" con el que acababa de ganar el premio Jaime Gil de Biedma en el año 2000 y departimos durante un rato largo en la posterior cena oficial. Me habló de la importancia que para los poetas hispanoamericanos de su generación tuvieron la poesía y la figura de Miguel Hernández y yo escribí meses después un artículo sobre él titulado : "El hijo del panadero" que se publicó en la revista Empireuma. Viñals siguió publicando aceleradamente, aunque muchos de sus libros ya eran obras de referencia: "Entrevista con el pájaro" [1969]; "Padreoscuro" [1998]. Opinaba que la poesía " prepara el espíritu para la revolución; y si no lo prepara, de una manera traidora, para el silencio y la complicidad..." Cito de memoria. Y en tiempos en los que los poetas tienden a la comodidad de la lírica difusa que no compromete a nada ni con nada ni nadie,también dijo que "La poesía si no es de izquierdas no es de vanguardia". La suya lo es. Y mucho.
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